miércoles, 8 de marzo de 2017

Dura lex, sed lex

Dedicado a todas las mujeres tenaces y luchadoras. Fieles a sus principios y a sus convicciones.
Con la esperanza que no haya que celebrar días especiales para recordar lo importantes que son.

Especialmente a mis seguidoras blogueras con todo mi cariño.
¡Y que le den al Gray de las 50 malas sombras!





Esta nueva visita a los juzgados por causa de una denuncia por malversación de fondos públicos, me ha hecho recordar aquella otra en la tuve que personarme para solucionar la querella interpuesta por mi ex-mujer a causa del divorcio. Estaba claro que ella lo quería todo y yo no le pensaba dar nada en absoluto.

Me la tenía jurada desde que la abandoné por una fémina de armas tomar, joven, bonita que además era una abogada de prestigio que me iba a solucionar el fregado en el que me hallaba metido por causa de dicha denuncia. Mi anterior pareja  se lo había tomado muy a pecho y me quería hacer la vida imposible. 
Pero como era hombre de muchos recursos, supe salir airoso del lance utilizando la sapiencia en leyes que ostentaba mi actual compañera...

Recuerdo con aprensión lo insoportable que se me hacía la convivencia con mi mujer. Era sosa y aburrida, siempre estudiando para sacar unas oposiciones a no sé qué, que nunca conseguía superar por las dificultades que tenía a la hora de concentrarse; pues estaba más pendiente de mis continuos devaneos y escapadas que en los libros de texto y los apuntes.

Soy hombre de mundo al que le gusta experimentar nuevas sensaciones, no iba a verme limitado por un matrimonio de conveniencia, y menos por una mujer que no me complacía lo suficiente ni cubría mis expectativas sexuales.

Yo soy un político de éxito que en su momento aprovechó la oportunidad de un emparejamiento con la hija de un director de una de las cadenas de alimentación de renombre, para medrar y prosperar con las influencias y los contactos proporcionados por mi suegro; lo demás me importaba poco, una vez pasada la pasión del romance inicial y después de conseguidos mis propósitos; la relación de pareja se enfrió y me empezó a aburrir.

Me acuerdo de sus lágrimas y sofocos esperando a que apareciese por la puerta tras una larga noche de copas y clubes nocturnos. Era patética en su impotencia. Después vinieron los enfados y recriminaciones, y más tarde las amenazas que terminaban indefectiblemente en largas depresiones y días enteros sin dirigirme la palabra.

Ya tenía todo bien atado de antemano, para que ni un presunto divorcio o una denuncia tan siquiera, salpicase mi meteórica carrera, o pudiese hacer mella en mi economía personal.
Ella juró por lo más sagrado que se vengaría de mí costase lo que le costase. Me reía en su cara al igual que me congratulaba cuando se lo comentaba a los amigos de juergas y trasnochadas o a mis eventuales amantes.

Yo me salía con la mía siempre y a pesar de todo. Esa bruja no me cazaría en sus redes de mujer amargada y resentida que pretendía que siguiese un guión ordenado según su mentalidad pacata e insulsa de fiel esposa entregada.

Como era de esperar y al cabo de los años, hizo lo que se presuponía que iba a hacer tarde o temprano: Pedir el divorcio interponiendo una denuncia en toda regla. Quería sacarme hasta la cerilla de los oídos; pero para eso tenía yo a mi flamante abogada, a la que conocí en el bufete al que acudí para asesorarme sobre el caso que se me presentaba.

No quería pagar ni un euro a la arpía, y la estrategia a seguir iba a llevarse a cabo en el juicio pendiente que tuvo lugar una mañana como la de hoy. Mi abogada había desarrollado un plan para evadirme de toda responsabilidad utilizando toda suerte de vericuetos legales a mi favor que me exonerarían de abonar ninguna cantidad pecuniaria por eso de no tener hijos a los que mantener. Saliendo por otra parte de rositas, de la trampa que presuntamente me quería poner la víbora de mi ex.

Verla en el juicio que se instruyó y mirarla a la cara, fue todo un espectáculo, resultó una gran satisfacción y más, cuando después de las conclusiones y el veredicto del juez vi pintada en su rostro la decepción al no haber conseguido absolutamente nada.
La jugada perfecta tuvo lugar, y vi como sus ilusiones por arruinarme la vida quedaban en una frustración desmesurada cuando mi abogada defensora supo presentar pruebas falsas pero bien urdidas, haciéndola incluso parecer culpable de infidelidad y acoso...

Todo estos recuerdos de ese día memorable de hace unos ocho años en las que gané una batalla más, quedando impune, me han hecho sonreír de nuevo al entrar hoy por la misma puerta, flanqueado por mi imponente, eficiente y apasionada abogada personal. Con una autocomplacencia que se me puede leer  en el rostro al saberme libre de antemano, de las acusaciones de unos estúpidos indignados del ayuntamiento, que me acusan por apropiarme de fondos públicos. 

Quejas, insultos, improperios y abucheos a mi paso. Me entran por un oído y me salen por el otro, eso no me va a hacer sentir culpable, aunque a fe lo sea ¡Y mucho!

Después de echar un vistazo rápido a la sala, la veo allí sentada con cara de pocos amigos y con una sonrisa torcida y lobuna que no presagia nada bueno para mi persona.
Al instante, se me caen los palos del sombrajo a la par que el alma a los pies.
Al final la mala pécora consiguió su propósito. Aprobó las oposiciones, y recordé de sopetón que para mi desgracia, dichas oposiciones eran para juez de lo penal-administrativo. 

Y allí estaba ella, vestida como viuda negra, sentada en lo alto del estrado, dispuesta a destrozarme y hacer de justicia ciega... ciega de odio y sedienta de venganza, de esa que se sirve fría y está a punto de ser aplicada en mi contra, en forma de instrucción judicial con todas las de la ley.
Esta vez presiento, que no saldré airoso como la primera en la que me enfrente a esa mujer, de la que no me dio tiempo a conocer en todas sus facetas. 




Derechos de autor: Francisco Moroz



lunes, 6 de marzo de 2017

Deseo concedido




Cerró los ojos y sopló las velas, y se vio casado con la atractiva compañera del instituto que le gustaba, con la que tenía dos niñas caprichosas como ella, y cuyas necesidades materiales le hacían trabajar de sol a sol como un esclavo, haciéndolo renunciar a su tiempo libre.

Después las frecuentes discusiones, las infidelidades por parte de la pareja y el divorcio. Los juicios, la pensión desorbitada, el insomnio, el estrés, los problemas de autoestima, el psicólogo, el alcohol y el abandono absoluto.

Abrió los ojos y encendió las velas para volver a apagarlas. Cambiaría el deseo. 
No fuese que el anterior se hiciera realidad.



Derechos de autor: Francisco Moroz

sábado, 4 de marzo de 2017

In Crescendo




Ella me cautivó desde el momento en que la vi por primera vez en aquella fotografía en la que aparecía con pose provocadora. Me acabó por convencer de que esa chica de larga melena color caoba y ojos verdes felinos, era la mujer que me correspondía. La que llenaría mis días de razones para vivir, aquella por la que nunca dejaría de suspirar, la que adornaría mis sueños de gratas sensaciones, la que culminaría mi búsqueda incesante; la que aportaría una justificación para seguir respirando diariamente.

Anunció que pasaría por mi ciudad para estar cerca de mí, y se me insinuó para que la acompañara una de aquellas contadas noches en la que me dedicaría unas cuantas horas de su preciada presencia.
Me hacía feliz aquella invitación, era el elegido por la diosa Afrodita, que con su simple presencia eclipsaba a las más radiantes luminarias femeninas. Era yo, un simple mortal que no aspiraba a tanto, el correspondido con su amor.

Me preparé pues para la cita deseada durante tanto tiempo de ausencias. 
Al cabo de una semana ella, mágica y perturbadora, llegaría. No quería defraudarla demostrando no estar a la altura de las circunstancias, no quería avergonzarla con un aspecto desaliñado con lo cual; me compré ropa nueva y me hice un buen corte de pelo, me afeité a conciencia e impregné mi piel con un costoso perfume varonil de irresistible fragancia.

Cuando llegue el momento, pensé, portaré esa invitación impresa, junto con el anuncio y la fotografía que mi amada me envió como guiño seductor, y saldré por la puerta a su ansiado encuentro.

No, ella todavía no conocía mi aspecto, pero ansiaba conquistarla con mi presencia; no es que fuera ningún modelo de pasarela ni un Adonis, pero confiaba en que mi devoción por su persona supliera mis pequeñas imperfecciones.

-No necesitaré hablarle, -me dije. Únicamente la miraré y a lo mejor, ella, también posa sus ojos en mi persona. Saltarán chispas que encenderán una pasión inconmensurable que nunca tendrá final; como universo que se expande hasta el infinito llenando con brillantes estrellas los espacios vacíos y oscuros de un interior en el que únicamente tendrá cabida su esencia de mujer.

¡Por fin! Llegó la noche en la que ella y yo estaremos juntos, estoy nervioso como un adolescente con el anhelo de un primer beso de amor verdadero, tiemblo, aunque la temperatura exterior sea cálida. Mis poros se dilatan ante la expectativa del encuentro, el vello se eriza en mi piel por causa de escalofríos intermitentes de emoción.
No puedo explicar ninguna de las sensaciones que me embargan y temo no ser dueño de mis impulsos cuando llegue el tan ansiado contacto.

Entro en el recinto donde me ha dado cita con pasos dubitativos, como queriendo huir ante un peligro presentido, pero mis pies avanzan mecánicamente. A lo mejor es por el ambiente ruidoso que reina en mi entorno que mi cabeza ha perdido las directrices prefijadas; y sea el corazón el que ha tomado el mando y el que marca con sus latidos el ritmo de mis piernas, el que me incita a acercarme más y más, buscando el lugar más próximo por donde espero que ella haga su entrada.

Quiero que me vea en cuanto su mirada se alce buscándome entre la gente, que me llegue cercana su voz en cuanto sus labios se separen.

La adrenalina se dispara cuanto de improviso, en este espacio creado para ella y para mí, se hace el silencio repentino y la oscuridad. Sé que ha entrado en escena en cuanto a su alrededor, la luz se enciende y parece buscarla hasta que la encuentra, descubriendo esa presencia etérea que me enamoró desde que la conocí, esos movimientos acompasados y seductores al ritmo de una melodía que comienza a oírse como telón de fondo, unas simples notas que suenan a promesa con su primeros acordes, que hacen vibrar todo mi ser, incitándome a gritar de emoción y alegría; y esas notas In Crescendo, son las que desatan en mi cuerpo la imperiosa necesidad de entrega.
La exigencia de declarar mi amor incondicional a su persona. Sin vergüenza, a pesar de la multitud que me rodea, que estorba y condiciona la exclusiva intimidad que deseo mantener con mi amada.  

¡Por fin! levanta su mirada para enseñarnos esos ojos felinos y verdes como piedras de esmeralda, barriendo con ellos todo el auditorio y encontrándose con los míos que ya lagrimean de tanta tensión acumulada.

Es entonces cuando se acerca al micrófono y su voz sensual y acariciadora reverbera a través de los amplificadores y siento que su canción está dedicada expresamente a mí, a pesar de estar arropado por otras dos mil personas devotas incondicionales de su preciosa música. Y el amor lo inunda todo en una noche que se hará inolvidable y con la que llenaré mis horas de soledad hasta la siguiente cita con ella.  



Derechos de autor: Francisco Moroz


                                Relato dedicado a Conxita Casamitjana. Te lo debía ¿Recuerdas?



viernes, 3 de marzo de 2017

Depredador natural




Llevamos semanas huyendo de esa manada enfurecida que quiere acabar con nosotros. Se oyen sus aullidos de placer al sentir que la cacería  se terminará en breve y que nuestro final será irreversible.

Desde que llegamos a este bosque mi familia y yo nos sentimos vigilados y acosados, por este grupo organizado de depredadores salvajes.

Los árboles nos han ocultado hasta ahora, pero estamos agotados, mis hijos no aguantarán mucho más este ritmo de marcha. La noche nos proporcionará unas horas de descanso, pero por la mañana todo acabará para nosotros, como acabó la vida de mi compañero: abatido por esas ramas que escupen fuego que ellos portan en sus manos.

¿Qué hemos hecho los lobos para enfurecer tanto a los hombres?



Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 1 de marzo de 2017

Punto y final de un instrumento de escritura.






                                       Hoy dejaré una nota de despedida
con la última tinta que me queda en las venas, 
algo sencillo para que comprendas; 
algo corto como la propia vida 
que derramo cada vez que escribo. 
Acentuando palabras
 que deberían ser más bien interrogantes exclamadas.

Desde que te conocí tengo un corazón prestado,
que me empuja como musa inspiradora 
a escribir historias y
poemas sobre fondos blancos.
Con impulsos rasgados. 
Sintiendo el pálpito glorioso
 de los negros garabatos que transcribo,
en líneas desiguales y torcidas.

Me quedo vacío
después del tiempo que he pasado entre tus manos. 
Acariciado tantas veces por tus dedos. 
Poderosas razones que vinculan
en lazos de hermandad indestructibles.
Posabas tus labios en mi cuerpo buscando disipar las dudas, 
llamando a las ideas relevantes 
que formaran conceptos atrevidos y geniales. 
El calor de tus venas presentía entre textos de cálidos arrullos.

Me entregué a ti 
desde que me elegiste, 
como compañero de noches desveladas. 
Interminables sesiones de escritura he sumado.
Disipando fantasmas, 
inventando los tiempos venideros. 
Versamos sobre todo lo sabido, 
declamamos lo etéreo, 
traduciendo lo intangible de los sueños. 
Recreamos historias 
conjugando los verbos sin hablar y sin mirarnos.

Fue una comunión íntima y compartida,
trasmitida a golpe de emoción motivadora. 
Te serví fielmente, como instrumento 
para describir entornos, 
paisajes, personajes, circunstancias y misterios.
Mi anhelo ¡Perdurar! 
Para seguir siendo testigo de lo escrito, 
compartiendo la aventura en lo creado.

Mi consuelo
poder plasmar sin condición mi pura esencia, 
para que algunos sepan que existí. 
Que ahora acaba en unos pocos renglones mi periplo; 
los mismos en los que siento la agonía mientras trazo 
el suspiro que separa mi utilidad de lo inútil.
Eso que se llama muerte.

Pues al fin 
somos pasajeros efímeros, 
de letras manifiestas 
en tierras de ilusión y desarraigo. 
En concepto literal de desterrados.
Llegados a este punto final del abandono,
Lo presente es pasado,
el futuro es imperfecto indefinido.
Hallando otros, tras las huellas del camino
solamente lo escrito por nosotros.




Derechos de autor: Francisco Moroz.

lunes, 27 de febrero de 2017

Carnaval des animaux





Cuando llegaste no te conocía, pero enseguida conectamos los dos de tal manera, que me hicieron responsable de tu aprendizaje; me convertí en más que un compañero. Disfrutábamos juntos, y compartimos muchas situaciones que recuerdo con verdadero deleite.

Casi nos hemos convertido en pareja de hecho, solo nos falta irnos a vivir juntos, pero ese paso no me atrevo a darlo todavía ¿Qué pensaría la gente si nos viera caminar por la calle de la mano?
Por lo tanto tan solo somos amigos, pero muy especiales, y lo dejaremos ahí de momento. Los pasos importantes hay que darlos con moderación.

Por eso me tiene tan asustado la propuesta del director para que los empleados asistamos mañana al trabajo disfrazados para que los clientes se encuentren con un ambiente especial, y de esta manera compartir con ellos nuestra actividad cotidiana, y de paso, naturalmente, promocionar el centro ¡Ni que esto fuese Disneylandia o el circo Bailey de los hermanos Ringling y Barnum! Uno tiene su dignidad y el payaso lo hago cuando a mi me da la gana y no cuando quieren los demás.

Ya sé que es carnaval y que te haría ilusión verme disfrazado. Participar conmigo como acompañante femenina, pero sabes que no me gustan estas tonterías que se inventan los que no tienen otra cosa mejor que hacer que entretenerse con estos espectáculos tan superfluos.

Creo que mi cometido es quererte y cuidarte para que no te falte de nada. Tenerte como a una reina, como a la niña de mis ojos, pues la verdad es que a simpática y cariñosa no te gana ninguna.
Creo que hasta los compañeros de trabajo nos tienen cierta envidia, y que a algunos les gustaría estar en mi lugar, haberse ganado tu confianza y tu amor.

Por otro lado, sabes que ya se ríen bastante de los frikis como yo, y que bastaría con que me vieran aparecer disfrazado con una máscara, una capa, y mallas ajustadas, para empezar a cachondearse a mi costa durante toda la jornada. No quiero que te avergüences de mí, preciosa.

Tampoco me gusta aparentar ser alguien que no soy en realidad: un pirata, un guerrero con armadura, un Cherlock Holmes de pacotilla, el Yeti, Drácula o un hombre de las cavernas. Batman o Spiderman ¡Me niego a parecer un gilipollas!

Me encuentro bien con lo que soy, me basta con que tú me mires con esos ojazos que tienes como dos soles para sentirme como un súper héroe y no creo que tenga que ponerme nada para poder acompañarte. Seguro que te haría ilusión ¡Lo reconozco! Pero de verdad que no lo considero oportuno, me sentiría ridículo y fuera de lugar.

No nos hace falta disfrazarnos de nada para ser el centro de todas las miradas. Mi uniforme tampoco está tan mal y sabes de hecho, que hacemos tan buena pareja que llamamos la atención de los clientes que se dan la vuelta cuando nos ven pasar.

¡No obstante te sorprenderé! ¡Lo haré solo por ti! Y te adelanto que no me pondré ropa, más bien me la quitaré, y de esa forma me presentaré ante tu pabellón y aunque te llames “Nica”, te diré:

–Hoy estás especialmente mona, Chita. –Para a continuación lanzar el característico grito mientras me golpeo el pecho con los puños, sorprendiendo a los desprevenidos visitantes.

Para celebrar como Dios manda un carnaval dentro del zoo, no hace falta hacer tantas monadas como pretenden que hagamos.


– ¡Que les den morcillas a todos! Mientras tú y yo felices, comeremos bananas.

Como cuidador no tengo precio.



Derechos de autor: Francisco Moroz


Este relato se presentó al reto de los relatos anónimos de la comunidad de: Relatos compulsivos






miércoles, 22 de febrero de 2017

Detrás de la máscara





¿Qué es lo que se esconde tras la máscara de los carnavales? ¿Cuáles son sus orígenes?

Como la mayoría de las tradiciones y fiestas populares, esta, no es una excepción, y con ella quedan claras las intenciones del ser humano que por naturaleza gusta de saltarse las normas convencionales y las prohibiciones que concitan a la mesura y la corrección. Festejar disfrutar y despendolarse sin vergüenza está grabado en los genes de toda la humanidad.

No en vano el carnaval es una de las celebraciones más participativas y globales de todas las conocidas. No sabe de fronteras, ni razas ni culturas, pues todas ellas han sabido adaptarla y trasformarla según sus necesidades. Con personal idiosincrasia en sus atrezzos y modos.

Nos remontamos a sus orígenes y vemos que naturalmente, como todo lo divertido, procede de lo pagano. 
De esos pueblos que a pesar de sus dioses o gracias a ellos, podían ventear al menos una vez al año su placer por el baile, el canto y la música, y los placeres carnales como eran y son, la comida, la bebida y el sexo.

Y del primero de esos pueblos de los que no queda constancia documentada es el sumerio, que hace unos 5000 años ya andaba metido en estas lides de disfrazarse y salir a las calles a desmelenarse sin inhibición
Estos, junto a egipcios, griegos y romanos fueron los organizadores de eventos multitudinarios donde se olvidaban las castas, el poder, los títulos, la riqueza o la categoría personal de los ciudadanos que participaban.

De entre ellos, los romanos fueron los más destacados cuando celebraban las lupercales y saturnales que si recordáis, fueron también el origen de las navidades, año nuevos etc.

Estando el dios Baco, o el Dionisio griego por medio ya os podéis imaginar las bacanales y las orgías que se montaban a todos los niveles. 
Y como los romanos se hicieron dueños de toda Europa y parte de Asia y África, pues extendieron el elenco cultural de sus tradiciones por todos los territorios conocidos en la antigüedad. 
Después serían los españoles y portugueses en el siglo XV los encargados de llevar a América estos festejos tan vitales y alegres.

El vocablo “Carnaval “proviene de la lengua romance neolatina. Los romanos llamaban a estas fiestas simplemente: “Festum” que en su traducción viene a significar "Festín o festejo", aunque algunos autores defienden que pueda proceder del término “Carnem levare” recuerdo de otros dioses-as como la celta “Carna” o el indio “Karna”.

Este término viene a significar algo así como “ Quitar la carne” y se debe al cristianismo; que permitía ciertas licencias y relajamiento en las costumbres de sus fieles, tiempo antes de empezar con las celebraciones cuaresmales que se iniciaban el miércoles de ceniza, donde se les recordaba que solo eran polvo y ceniza y por lo tanto tenían que evitar todo roce con lo mundano y sensitivo para alejarse de la órbita del maligno.

El vocablo italiano “Carnevale” ha sido aceptado por goleada en la mayoría de los países donde se celebra, en contra de las otras acepciones con las que se le conoce en España: “Carnal”,“Carnestolendas” o “Astruejo”, palabreja que define el periodo que comprende los tres días anteriores al miércoles de ceniza.

Tres días, donde casi todo estaba permitido bajo el anonimato de las máscaras y el salvoconducto de los disfraces que garantizaban en cierta medida, la impunidad del individuo.

En la actualidad los carnavales pueden alargarse toda una semana comenzando en un jueves denominado “Lardero” que proviene de “Lardarius” y significa “Tocinero”. En la península ibérica hay un dicho que reza: “Jueves lardero, longaniza en el puchero”.

Todo ello representaba una despedida a la carne de todo tipo, pues la cuaresma que empezaba posteriormente, suponía la abstinencia y el ayuno de estos elementos, añadiendo penitencias, ayunos y oración que constituían los únicos alimentos del alma, que no del cuerpo.

En la Edad Media entre otras cosas, el carnaval constituía una ocasión inestimable para poder realizar críticas a los gobernantes, nobleza y clero, denunciando sus abusos, excesos e hipocresía; ya que nadie, dentro de este contexto podía ser castigado por ello.
En el lado opuesto y en tiempos de Carlomagno, el no cumplimiento de la abstinencia durante las cuaresma, era castigado con la muerte. Ni más ni menos.

El máximo esplendor de estos festejos llegará en el siglo XVI en las cortes europeas, despuntando entre todas la de la ciudad de Florencia gobernada por los Medici; cuyos carnavales eran significativos por sus elaboradas máscaras, lujosos vestidos, y el esplendor de sus largos desfiles de maravillosas puestas en escena con carros (Actuales carrozas) alegóricos sobre diversos temas. 

Eran aprovechados de igual manera para deshacerse de opositores, dirimir pendencias a lo bravo y cometer asesinatos impunemente. Las intrigas y las conjuras proliferaban durante los festejos. 

Hoy en día los carnavales más famosos son los que tienen lugar en Brasil (Río de Janeiro) donde aparte de los elementos tradicionales, se suman peculiaridades añadidas por el acerbo cultural de los antiguos colonos y esclavos, siendo uno de los más vistosos en el ámbito global, habiendo alcanzado un récord guinness en participación, duración y vistosidad.

El de Venecia siempre sorprenderá al visitante por sus elaboradas máscaras y trajes, que son objeto de culto de algunos coleccionistas y objetivo de innumerables fotógrafos.
En Colonia, Alemania, esta fiesta es uno de los acontecimientos más relevantes de los que se celebran en el país, dando especial importancia a las mujeres, que ese día se convierten en las protagonistas y portadoras de las llaves de la ciudad. 
Es denominado: “La quinta estación del año”.

Y no podemos olvidar los carnavales de Cádiz con sus comparsas burlescas, cuyas charangas y chirigotas son consideradas patrimonio regional y nacional, convirtiéndose las coplas en auténticos pasquines sonoros de denuncia contra el gobierno corrupto, los políticos y el famoseo inmerecido de algunos; comidilla de programas del corazón y deportivos.

Otros lugares donde estas celebraciones son conocidas a nivel internacional son: Santa Cruz de Tenerife, y Águilas en Murcia. Oruro en Bolivia, Barranquilla en Colombia. Niza en la rivera francesa. Nueva Orleans. Sitges en Cataluña y Notting Hill en Londres, con la peculiaridad este último, de celebrarse a finales de agosto.

Los carnavales se han visto ampliamente reflejados en obras de teatro, sainetes, poesía y novela.
Cervantes en su famosa obra de -Don Quijote de la Mancha- citó las carnestolendas cuando Sancho era manteado por los gañanes. 
De sobras conocida la lucha entre don Carnal y doña Cuaresma incluido en -El libro del Buen Amor- del Arcipreste de Hita. Valle Inclán escribió la trilogía de los llamados “Esperpentos” titulados: -Martes de carnaval-.
Entre otros destacados autores podemos citar a Rubén Darío y su poema: -Canción de carnaval-. Los artículos periodísticos de Gustavo Adolfo Bécquer y Mariano José de Larra y relatos costumbristas de Mesonero Romanos.

Y no os canso más, que también las fiestas y las letras en exceso aburren y empachan. 
De hecho ya lo decían los propios romanos:

“Post festum, pestum et post coitum, tedium”

Cuya traducción nos viene a decir que:

“Después de los festejos viene la fetidez y después del coito el tedio”.



¡Felices Carnavales a todos!



Derechos de autor: Francisco Moroz







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