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jueves, 27 de abril de 2023

Cinco minutos antes

 
 
 
 

  Cinco minutos antes del amanecer

 encuentro un lugar pequeño donde perderme.

  No veré en él salir el sol,

 pero todo se hace luminoso ahí donde me hallo.

  Y aunque haya despertado es, 

como si mi mejor sueño se alargara agradable, esponjoso.

  Tanta ternura encuentro que no quiero abrir los ojos

 ni salir en busca de la realidad que me espera.

Siempre tan inquietante, imprevista, árida.

  Tú estás cerca, como siempre,

 y en tí me pierdo y me encuentro, me refugio y escondo. 

Dentro de tu abrazo. 

Mi mundo pequeño, el hogar donde regreso de continuo. 

Y del que obligado parto.

Cinco minutos antes del amanecer.

 

 


Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 7 de octubre de 2020

De la levedad del ser

 



Estamos hechos de barro y polvo,

de etérea quimera;

del mismo material que los espejos,

de ánima frágil, de imagen falseada.

Simples reflejos,

bien construidos y elegantes.

Pero opacos, con grietas o empañados.

trastocando la realidad de lo que somos.

 Suspiros pasajeros.

 Nuestras acciones, conquistas peregrinas.

 Humo y vanidad nuestras pasiones.

Con el paso de los años, 

Rescoldos palpitantes de una hoguera 

que se apaga.

 Ceniza consumida merced al desaliento.

Poco más que de nada estamos conformados.

La muerte sabe de ello cuando escribe.

en el epílogo final del libro negro:

"no importa nada, nada es seguro salvo yo"

"sois solo el barro del que estáis hechos."

Quizá, también, de un brillo fugaz

 en el tenue reverbero agonizante 

del alma que se escapa y poco más.

 Breve es el sueño en el que inmersos estamos,

pareciéndonos deleite lo vivido, 

felices y engañados

 creyéndonos a salvo del dolor;

hasta que algo nos rompe el corazón en mil pedazos,

y nos invade el miedo a la pérdida, 

a la angustia, al desapego.

Solos ante nosotros mismos, 

con tristeza en los ojos.

Enfrentados a la imagen que nos mira fijamente a lo profundo.

 Desde el otro lado.


Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 9 de marzo de 2018

Para ti





Para ti mujer
tan original como los ocasos
y los amaneceres.
Capaz de abrazar como las olas del mar
pero renuente como las mareas.
Acogedora como árbol frondoso con su sombra.
Atractiva, personal y seductora.

Eres esa puerta abierta y necesaria
 que da refugio al que peregrina a tu presencia.
Como vendaval y terremoto vibras
te conmueves como la misma tierra.
 Sufres como madre por sus hijos en la guerra,
Y en las treguas cotidianas te desvelas.

Te esponjas con la caricia sentida del que te ama,
como cuerda de guitarra pulsada suavemente
desbordas armonía.
Con voz de canción y nana que arropa y calma,
y mitiga soledades.
 Entregando hasta el alma si fuese perentorio.

Pero eres a la vez vigorosa como roca.
Paciente y tenaz, brava guerrera.
que no se amilana en la lucha ni se agosta en llanto.
Que ante la injusta inclemencia de las cosas
 abandera siempre adelante la primera.

 Tu olor el de la hierba mojada tras la lluvia
el mismo del hogar al que regreso.
Donde me espera un corazón
de limón de especia y hierba buena.
ese aroma de manjar que me alimenta.
Siendo feraz artista creativa,
que hace de lo trivial y somero su mejor obra.

Para ti, mujer.
Que eres ternura y calidez sabrosa,
 al igual que pan recién hecho y horneado.
Ventana trasparente de ojos y alma,
que da sentido al hombre
que pronuncia un ¡Te quiero! y te respeta.

Tu mirada, el cielo,
tu libertad gaviota
Tu abrazo mi lugar sobre la tierra,
manantial cuando ríes.
suavidad de nube cuando besas.
Posees la apasionada voracidad del fuego.
Educas las conciencias, trazando caminos con tus pasos
con discreto ejemplo.

Seré capaz
 de robar el color a la primavera
poner sus alas a los ángeles caídos
y quitarle a Dios su misterio si fuese necesario.
Solo para ti, si tú lo quieres
Cómo y cuándo gustes,
si tú lo mandas.

 Estaré a tu lado mientras pueda,
 siempre que acompañarte me permitas.
Intentando encajar las circunstancias,
y sin medias tintas ni medias naranjas;
como compañero de vida de igual a igual.
Respirando la esencia
que te imprime el carisma.
que me hace admirarte tanto,
 por ser mujer.



Derechos de autor: Francisco Moroz


viernes, 2 de febrero de 2018

Preparando tu marcha






Sombras salen a mi encuentro
 en estos momentos desolados, 
en los que nada me alienta ni me anima
 ni puede aliviarme la tristeza 
ni hacer más llevadero el desamparo.
Turbiedad absoluta de unas aguas
 que fueron trasparentes hace unos años, 
el azul de tu mirada luminosa 
que se muestra ahora cual cielo encapotado. 
Unas agujas de reloj que cual guadaña,
 van segando el angustioso paso de las horas 
que gobiernan el tiempo que nos resta, 
poniendo en evidencia la caduca vida
que traidora se aleja 
cuando más la necesitas. 

Tú te estás marchando de mi lado 
despacito, sin remedio ni demora. 
Y yo no acierto a desligarme de tu presencia, 
tan esencial, tan viva y elocuente.
Y sé que necesito más que nunca decirte que te quiero.
Deseando que partas confiado, 
sabiendo que alguien quedará para nombrarte,
 trasmitiendo a los que escuchen
la sencillez de tu historia a fuego lento.
Sin poner puntos finales,
 ni bajar telones, 
ni emitir sentencias
ni grabar epitafios en las losas.

Prometerte quiero respetar tu memoria
 atando bien los lazos del pasado,
volver a la raíz si es que me olvido,
agarrarme con fuerza 
al tronco centenario que me forma. 
Pero mientras, discúlpame si lloro, 
pues me pesa todo aquello que no dije,
 que no pude ni supe dedicarte.
 Por interés o ambición,
 por petulancia o inocente descuido. 
Con presunción de inocencia 
al pensar que durarías para siempre.

Espero sepas perdonarme los desaires,
 el sufrimiento que te supuso mi soberbia, 
mi osada rebeldía al ignorarte
al dar de lado por sabidos tus consejos. 
Disculpa mis descuidos,
 mi dejadez, mi pereza.
 Los abandonos, los silencios.
 Las despedidas que no eran para siempre,
 pues pronto o tarde volvía en el abrazo
como hijo pródigo que era
 mendigando la gratuidad de tu sonrisa
que siempre concedías.

Que somos peregrinos lo sabemos,
 de prestado estamos.
 Lo que somos,
 efímero argumento de un sueño recurrente 
urdido en una noche de verano.
Pues la vida es sueño
 y al final partimos como al principio llegamos:
 inocentes, desnudos, desvalidos.
dejando alguna huella en el camino
señales de que fuimos
errantes, pasajeros fortuitos,
atados a la ruta que trazamos.

 Y todo esto lo escribo
 porque no asumo que te vayas,
no quiero que me expliquen,
 simplemente no acepto
 que se extinga la llama en tu candela.  
dejándome en tinieblas,
 a mi suerte, huérfano de padre, a oscuras.
 Todo por retenerte en palabras,
 por no dejarte partir, 
movido por sentimientos egoístas.
Que el dolor es sentimiento muy humano,
aunque no tenga ni una pizca de altruista.

Cuando zarpe tu barco 
será cuando contemple el horizonte como meta,
 como lugar de destino y de reencuentro.
 Cuando me toque picar el boleto de la nave 
que me lleve de igual modo a la otra orilla,
partiré feliz, pues sabré que allí será
donde estarás esperando mi llegada.

Pero entretanto, 
sombras salen a mi encuentro
 en estos momentos desolados
 en que preparas tu marcha irremediable. 
Agarro tu mano como un niño 
intentando retenerte, 
por si pudieras volver atrás un breve instante.
 Sintiéndome impotente al contemplar
como arrostras la muerte,
mirándola a la cara,
con semblante de rendido enamorado.
Mientras yo me sorprendo
con el ánimo abatido
requiriendo una caricia que no llega.
pues sin fuerzas te hallas, 
retenido por tus débiles latidos.

Solo pues queda esperar tu postrero aliento,
la consumación de tu obra, el desenlace.
Al fin liberado de la carga mortal
de un cuerpo consumido.
Yo me quedaré con cara de difunto,
con tu mano fría entre mis manos
y lágrimas ardientes como lava
desbordada en llanto de mis ojos.

y tú ¡Por fin! brillando,
 contemplando todo desde arriba
 ligero de equipaje.
y en nuestros corazones desgarrados
donde habitarás por siempre,
algo parecido a la esperanza
y una mezcla de tristeza y alegría.


Derechos de autor: Francisco Moroz








jueves, 9 de noviembre de 2017

Te vestiré de letras






Te despojaré de tu ropa vistiéndote con letras,
escribiendo en la piel desnuda mis deseos,
los anhelados sueños convertidos en renglones
en el folio palpitante de la intimidad entregada de tu cuerpo.

Los transcribiré en caracteres, en signos y grafemas,
haciendo un listado de adjetivos merecidos
que consigan retratarte enteramente
sin epítetos, hipérboles o silogismos.

Solamente tú al natural, con ausencia de sofismas,
arropada con palabras de lenguaje universal y transparente.
Sin metáforas ni adornos, sencilla como eres.
Pues solo así sabré leer la historia que quieras transmitirme.

La trama argumentada de tu esencia,
el vibrar de sentimientos y emociones lingüística perfecta.
Abrazando tu alma de mujer literalmente, sin inflexiones ni dudas.
Con la pasión que despierta lo admirado, sin interrogante alguna.

Besaré con premura, las líneas escritas con trazo
enamorado.
Los renglones torcidos, tus curvas placenteras.
Acariciaré cada verbo que conjugue, todas las formas de amarte.
Aceptaré cada preposición propuesta por tus labios.

 Me posaré en cada adverbio de lugar donde reposes
y donde escuche tu nombre, versaré mi prosa.
Permaneceré gustoso el tiempo que quieras ofrecerme
cual regalo generoso de musa inspiradora.

Te dedicaré mi obra, y la vida entera que cueste el realizarla.
Sin comas ni suspiros, que no fueren los que salgan de tu boca.
Sin pausas que condenen, en un punto y aparte nuestro encuentro,
ni ponga en suspensivos el futuro perfecto.

 El epígrafe que fuiste en un comienzo
grabaré en mi corazón como epigrama.
 Con tinta indeleble, como aquellas oraciones trascendentes
que no pierden su carisma si las nombras, ni desgasta el tiempo, ni el olvido borran.

 lo que digo vuela, lo escrito permanece
los incisos sobran. 


Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 6 de octubre de 2017

Todos los días de mi vida






No te desbordes en palabras de consuelo.
Solo poetízate.
Que el dolor con versos duele menos
y es menos hondo el vacío de la pena que padezco.

Bálsamo tu esencia discreta,
que es como imaginar la flor sin hallarse cerca.
Presencia que acompaña y no interroga.
Un estar si se requiere que no estorba.

Compañera.

No me acaricies con las manos, no hace falta.
Que tus ojos ya lo hacen con pasión desenfrenada
cada vez que me miran lo profundo,
que me buscan el alma y la descubren.

Aliviándome del penar de la jornada
y ofreciéndome el amor de cada día.
Me alimento de beso y de sonrisa,
 de abrazo que arropa el corazón fatigado de rutina.
Te peticiono en mi aflicción y vienes.

Tan generosa.

Que eres maestra conjugando el verbo dar,
que llorarías mis lágrimas si hiciera falta.
Pero ya te digo, no es necesario.
Me basta tu voz recitadora y fabulada
En la salud y en la enfermedad.

para soñarte y amarte de por vida.



Derechos de autor: Francisco Moroz


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