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domingo, 5 de agosto de 2018

Historia de mi pueblo (5) No estamos locos


Puerta principal de la casa de dementes de Santa Isabel Antes y ahora)


Ya lo dice “Ketama” en una de sus letras: “No estamos locos que sabemos lo que queremos” y yo me permito cambiar la última palabra por un “Tenemos”.
Y es que los Leganenses saben lo que tienen en su villa y saben de su importancia; otra cosa es que las autoridades competentes en cuestiones de patrimonio quieran reconocerlo, apreciarlo y conservarlo para las generaciones futuras.

Y es que entre otros, hay un edificio que por sí solo hizo que Leganés estuviese en boca de muchos por causa de una institución pionera en su tiempo.

Estoy refiriéndome a la “Casa de dementes de Santa Isabel” nombre que se les adjudicó en honor a la reina Isabel II, a unos edificios que ocupaban 50.ooo metros cuadrados y que fueron adquiridos por la junta provincial de la capital a un tal Juan Gómez, por valor de 340.000 reales, aproximadamente unas 85.000 pesetas. Lo que supondrían en la actualidad unos 511 €. ¡Cómo se revalorizan ciertos productos inmobiliarios!
Y más teniendo en cuenta que constituían la antigua residencia de los duques de Medinaceli.

“El manicomio” se inauguró un mes de diciembre de 1851.

Hasta ese momento Madrid carecía de una institución sanitaria similar, y por tanto fue toda una referencia pionera para un proyecto mucho más ambicioso consistente en la creación de otros cinco centros dentro del reino de España. Pero como suele ocurrir con este tipo de sueños utópicos en los que abunda la buena voluntad y faltan los dineros; este, fue el único que se habilitó para acoger a un grupo de enfermos marginales afectados por las enfermedades mentales tan desconocidas en su tiempo.
Lo cierto es que en un principio las instalaciones ubicadas en los antiguos edificios eran en primera instancia provisionales, pues la pretensión era construir un edificio de nueva planta; proyecto que quedo en agua de borrajas y en “Un quiero pero no puedo.

Para mitigar tanta limitación pecuniaria se hicieron reformas para adecuar dos pabellones diferenciados, uno para hombres y otro para mujeres, acogiendo el día de su apertura a 22 individuos de cada sexo.

Como os podéis imaginar y en un principio, el personal  sanitario  y asistencial  estaba compuesto por religiosas pertenecientes a la orden de las hijas de la caridad y la dirección del centro a cargo de un presbítero o rector. Todo muy adecuado al proceder de la mentalidad de la época en que la voluntad divina estaba por encima de todo lo demás.


Antiguo grabado del comedor de mujeres Tranquilas. Atendido por las hermanas de la caridad.


 Hasta el año 1859 no podremos encontrar a un médico al frente de la institución, siendo  Don José María Miranda el primero que ostenta tal privilegio.

Aclaro, que Leganés por entonces era un pueblo pequeño con muchas carencias fundamentales a la hora de prestar ciertos servicios. Por ejemplo se carecía de agua corriente potable (esta no llegaría hasta 1912) medidas higiénicas fundamentales o comunicaciones insuficientes. Por lo cual, ese proyecto que en un principio pretendía crear un manicomio modelo a nivel nacional, no pudo llevarse a cabo quedando a mitad de camino convertido en algo precario. Cuando la densidad de residentes aumentó, se vio la realidad de unas instalaciones igual de deficientes que las atenciones recibidas por los pacientes.

A causa de las dificultades económicas las condiciones tanto de habitabilidad como de cuidados fueron degradándose; recibiendo el centro muchas críticas por parte de reconocidos especialistas en enfermedades mentales, como de escritores de la talla de Benito Pérez Galdós que dejó escrito en uno de sus libros titulado -La desheredada-: “La Casa de Santa Isabel era un corral más propio de gallinas que para enfermos, donde cualquiera volvería a caer en la demencia”. Más triste es sospechar, que muchos de los ingresados fueron encerrados por rencores, venganzas familiares, por temas de herencia, de infidelidades... Fue una forma alternativa de quitarse de enmedio a personas molestas para los intereses de algunos. 

En la actualidad el manicomio ya no tiene locos al uso, de los “decimonónicos” de los que empezó a estudiar aquél pionero llamado Luis Simarro, prócer que dirigió la institución allá por el 1877. Ahora es un centro de salud  asociado pared con pared a un instituto psiquiátrico llamado José Germáin.

Como curiosidades os comento que el número máximo de internos que acogió la “Casa de dementes” fue de 2200 individuos más o menos. Durante y después de la guerra civil  el número descendió considerablemente por razones obvias.

Otro dato curioso es que uno de esos “Locos” residentes que habitó entre las paredes fue el conocido asesino “Cayetano Galeote y Cotilla” un cura amancebado, rijoso y sin autentica vocación; que descerrajo tres tiros por la espalda al obispo de la diócesis de Madrid “Narciso Martínez Izquierdo” en las escaleras de la por entonces catedral de San Isidro situada en la calle Toledo, un domingo de ramos de 1866 al grito de: ¡Ya estoy vengado!

Fue el primer condenado que se libró de la cárcel, pues se alegó que sus facultades eran menguadas y por lo tanto no era responsable de sus actos. El ser internado en el manicomio representó mayor condena quizá que el garrote al que estaba abocado a causa de su crimen.
Falleció dentro del centro allá por el año 1922.
Sería el mismo Benito Pérez Galdós que en su día le visitó el que diría: “Galeote parece una fiera enjaulada, balanceándose con un movimiento semejante al de los cuadrúpedos aprisionados”  
Y os preguntareis por la causa de su crimen. La causa fueron 18 reales por decir misas, que pensó que perdería por el nombramiento de otro curilla usurpador. Vengándose en la figura del obispo que ignoró sus cuitas.

¿Y dónde vivía por entonces este magnicida?
Pues en el mismísimo “Callejón del infierno.” ¡Sí! habéis leído bien. Un callejón por el que se accede a la plaza mayor, nombre que se le adjudicó después del incendio de 1672, uno de los tres incendios que se originaron en la citada plaza, y a causa de que las llamas desbordaban e invadían la calle mayor por este inusitado aliviadero.
Pero para más I.N.R.I también lo habitó el cura “Merino” y este sí que murió por garrote vil por el intento de acabar con la vida de Isabel II.
Dicho callejón en la actualidad se le llama “Calle del arco del triunfo”

Un libro en el que aparece citado (El manicomio) como parte de una historia, es el titulado “El circulo del alba” de “Luisa Ferro".




Grabado antiguo de la casa de dementes Santa isabel

Otro, con mucha más carga emocional es el titulado: "Cartas desde el manicomio". Se trata de una recopilación de manuscritos que quedaron olvidados en el archivo del centro. Escritas por muchos de los residentes como medio terapéutico, recopiladas en este libro gracias a la labor de un grupo de psiquiatras. Cartas donde se presiente la desesperación, el miedo diario, la precariedad y los abusos. Gritos de auxilio a los familiares para que les rescatasen del abandono y el olvido al que habían sido relegados. Estas cartas nunca llegaron a su destino y es ahora cuando ven la luz, como testimonio de una historia no muy lejana, cuya lectura nos conmueve. Epístolas que no parecen estar escritas por dementes, sino por cuerdos muy sensatos que proclaman la injusticia de sus encierros injustificados.
Una lectura muy recomendable.

Y la última curiosidad es, que el primer tranvía que circuló en España, fue el que conducía de Madrid a Leganés y viceversa, por causa de la tan afamada “Casa de dementes”. 
¡Bueno! Por eso y por los famosos productos hortícolas.

Pero eso constituirá la siguiente historia de mi pueblo de adopción. 


Fachada principal del solar de los Medinaceli. (Actualmente)




Continuará






Derechos de autor: Francisco Moroz







miércoles, 25 de julio de 2018

Historia de mi pueblo (4) El cofre del tesoro

Quizá sea este el momento propicio para completar las crónicas. Aquellas que empecé sobre mi pueblo y que quedaron resueltas en tres partes, aunque inconclusas.
En todo este tiempo transcurrido desde entonces, he tenido oportunidad de recabar alguna información más y algún que otro dato curioso sobre esta localidad que no desmerece en méritos propios por sus variadas historias acumuladas.
Por tanto queridos lectores, aquí os dejo la cuarta parte, que a ciencia cierta no será la definitiva por el momento. 
Espero no aburrir.

                            

Iglesia de San Salvador. Antes y ahora

En la tercera entrada al respecto de esta población madrileña, os terminé presentando las dos ermitas más importantes que posee en su patrimonio: La de San Nicasio y la de Nuestra Señora de Butarque.
En esta ocasión, y para seguir con la arquitectura religiosa, os mostraré la iglesia parroquial de San Salvador que en un principio fue consagrada a la santísima trinidad.
Su estructura entra dentro de los cánones constructivos de la época en la que se levanta. Empieza a edificarse durante el reinado de los reyes católicos, allá por el siglo XVI aunque algunos expertos adelanten incluso un cuarto de siglo más ese periodo ¡Ahí es nada! y parece que fue ayer.
Gracias a un extenso archivo parroquial que abarca desde el siglo XVI al XXI se puede asegurar documentalmente que la estructura general puede situar el proceso entre los años 1500 al 1720. Esta dilatación en el tiempo dio lugar a diferentes replanteamientos, ya que pasó por manos de diferentes maestros constructores. Como en principio la parroquia perteneció a la archidiócesis toledana, fueron de esta ciudad los principales arquitectos que la levantaron; entre los que cabe destacar a Bartologmé Zumbigo y Nicolás Vergara el joven.
Es el último tercio del siglo XVII cuando el templo adquiere la definitiva conformación que es la que se puede apreciar en la actualidad: Planta de cruz latina con bóveda de cañón dividida en tres naves, separadas las dos laterales de la principal por pilastras que sustentan arcos de medio punto.
En apariencia parece tratarse de una iglesia modesta en fábrica de ladrillo en su mayor parte, si exceptuamos un conjunto más antiguo situado en el ábside, construido con piedra labrada. Tres puertas facturadas en granito y una torre de ladrillo revocado, de planta cuadrada, rematada con capitel encamonado y calado con cubierta de pizarra. Las campanas datan del año 1675.


Interior de la iglesia. Al fondo el retablo

Pareciera engañarnos esta construcción con sus sencillas líneas, así como los modestos materiales utilizados en el exterior. Una pobre iglesia medieval convertida en cofre de un tesoro que se ubica dentro de sus muros.
Y es aquí donde empezamos a darnos cuenta que, como en la famosa frase de Exupéry: “La belleza está en el interior”
El conjunto es de estilo principalmente barroco (Siglo XVIII) que es el periodo en el que empiezan a construirse los retablos y la imaginería que contienen. 
Contemplaremos en primera instancia el altar mayor cuyo retablo principal tardó unos siete años en ver la luz. En el centro se ubica un lienzo del pintor veneciano Francesco Leonardoni.
Pintor de la reina que sustituyó en funciones a Claudio Coello. En el mencionado lienzo queda plasmado el misterio de la transfiguración. Fue costeado por el marqués de Leganés que también encargó personalmente la obra, al citado artista.
Este retablo principal, más los dos laterales pertenecen a José Benito de Churriguera, uno de los mejores maestros escultores del barroco universal, que dio nombre a otro estilo todavía más elaborado. Están labrados en madera con dorados y policromados, conformado por zócalo, banco, ático y cuerpo principal dividido por columnas salomónicas en tres calles.
Junto a dichas columnas posan los cuatro evangelistas al igual que lo hacen en la parte superior de las mismas, las cuatro virtudes: Fe, Esperanza, Caridad y fortaleza. Dios padre, aparece representado en la parte superior central de la estructura principal.
No podemos olvidar otra de los tesoros de la parroquia: El órgano fabricado por José de Verdalonga constituido con 985 tubos de estaño y madera noble torneada. El instrumento ha vuelto recobrar su sonoridad original, gracias a una labor de restauración que se efectuó en 1993 a cargo de José María de Arrizabalaga.

En resumen, Leganés guarda un conjunto de joyas, en modesto cofre de ladrillo. 




Órgano 

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte 


Quinta parte

Derechos de autor: Francisco Moroz





domingo, 1 de abril de 2018

Esta semana es santa (4ª parte) y última









Llega la cuarta y última entrega de estos artículos referidos a la Semana Santa y sus tradiciones más conocidas. Y a estas alturas alguien estará echando de menos una de las actividades que la gran mayoría reconoce e identifica como algo que con derecho propio representa esta Semana Santa. Me refiero a las procesiones, quedando excluidas las referentes a las interminables caravanas de automóviles que a marchas cortas  y a ritmo lento, peregrina a lugares de ocio y descanso.


Según la RAE, se trata de una marcha de personas que caminan ordenadamente y de manera solemne por la calle con un motivo ceremonioso, propiamente relacionado a celebraciones religiosas.

No solo de la religión católica, pues toda creencia anterior necesitaba de ritos, culto y manifestaciones de su fe dirigida a lo divino. Era pues, una costumbre arraigada en el comienzo de los tiempos en multitud de pueblos con diferentes credos y culturas.

Eran frecuentes en religiones mistéricas o en manifestaciones de carácter étnico, político o nacional. Los motivos podían ser variopintos: Una acción de gracias por bienes concedidos a los fieles, una petición de auxilio a los dioses: Por ejemplo de lluvia o buenas cosechas, una pequeña peregrinación para visitar el lugar sagrado de culto del dios o diosa en cuestión, y siempre conducidas por los lideres religiosos. ¿Recordáis lo que os conté en una anterior entrega sobre los druidas encabezando alguna de estas, portando un huevo?

Son conocidas las primeras marchas ceremoniosas romanas denominadas“Triunfos”, desfiles de carácter militar para agasajar a sus generales triunfantes. Mucho del orden procesional actual es recogido de estas marchas militares donde la jerarquización era muy importante. 
Al igual que en la antigüedad las procesiones se realizan en orden de menor a mayor importancia. En Roma los cortejos eran encabezados por los porta- estandartes seguidos de los tañedores de instrumentos, bucinatores, tubicines, cornices y timbales. Siervos con ramas, palmas o luminarias. Mujeres echando pétalos de flores a los pies de la comitiva. Tropa destacada y mandos militares, para terminar con el general, senador, o emperador divinizado encima de un carro tirado por caballos seguido y rodeado por la escolta pretoriana y los trofeos.

En la actualidad las cruces guías pertenecientes al templo al cual pertenece el "Paso", los emblemas de las cofradías, las bandas de cornetas y tambores. Penitentes y nazarenos llevando cirios, faroles e incensarios. Miembros de las hermandades, a continuación el trono, formado por la carroza o paso con la imagen, llevado en andas por los porteadores. Antecediendo y precediendo al mismo, los miembros destacados de la hermandad y las autoridades civiles y militares. Cerrando la marcha los fieles.

Los judíos ya realizaban este tipo de manifestaciones por pascua, pentecostés y la fiesta denominada de los tabernáculos. Más adelante los primeros cristianos las organizaban para llevar los cuerpos de sus mártires hasta el sepulcro incluso en tiempos de persecución.
La iglesia con el paso del tiempo adoptó y adaptó esta tradición a sus creencias, reservándola (La procesión) para ocasiones especiales como la que representa este momento litúrgico de la cuaresma donde se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

Durante la edad media se realizaban unas pequeñas obras teatrales representadas en los pórticos de catedrales y algunas iglesias. Los conocidos como actos o autos sacramentales, que formaban parte de los oficios religiosos.

Pero con el tiempo y a causa de comportamientos inadecuados por parte de los participantes, se fueron sustituyendo los personajes reales por figuras escultóricas, lo cual dio lugar a que proliferasen los maestros imagineros, desplegando todas sus habilidades artísticas. Nombraré solamente a algunos de los que destacaron dentro de la inmensa panoplia de artesanos escultores de obras preferentemente de carácter religioso:

Alonso Berruguete, Juan de Juni, Martínez Montañés, Juan de Mesa, Alonso Cano, Pedro de Mena o Francisco Salzillo. Y reivindicando a la mujer en el escaso margen que tenían en un oficio de hombres traigo a colación a “La Roldana” hija del reconocido Pedro Roldán. Su auténtico nombre era Luisa Ignacia Roldán, perteneciente a la escuela sevillana.

En la actualidad estas esculturas suponen un patrimonio cultural artístico valiosísimo, muchas de ellas con más de cinco siglos de antigüedad en su factura.

En estas procesiones participan colectivos numerosos agrupados en cofradías o las llamadas hermandades, acompañando o portando a hombros los “pasos” conformados por la imagen o el conjunto escultórico que representan un momento de pasión de Cristo, y que aunaba la personal devoción de dichos colectivos.

Estas agrupaciones surgieron en un principio como gremios de un mismo oficio que se reunían para dirimir conflictos o reivindicar derechos como trabajadores, en torno al santo, Cristo o virgen de su devoción al que conocían como patrono o patrón, De esta manera se creó por ejemplo la hermandad de pescadores de la esperanza de Triana.

La cofradía más antigua de España de la que se tiene constancia se encuentra en Toledo. La crearon el rey Alfonso VI y Don Rodrigo Díaz deVivar, nuestro “Cid Campeador.” Y fue durante la toma de la ciudad en 1085 con motivo de dar cristiana sepultura a los muertos en combate. En su momento tuvo como cofrade al mismísimo Doménikos Theotokópulos, alias El Greco. 

A finales del XIII surgieron las cofradías penitenciales y las congregaciones de flagelantes o disciplinantes que flagelaban sus espaldas como penitencia autoimpuesta. Este hábito fue prohibido por Carlos III en el siglo XVIII. No obstante, en la localidad riojana de la Sonsierra se sigue llevando a cabo esta práctica.

Hoy en día el entorno de este tipo de manifestaciones religiosas ha adquirido una relevancia que queda patente en el interés turístico internacional que ha despertado. 
Dichas manifestaciones quedan repartidas por toda la geografía nacional de la siguiente manera: siete en Castilla y León, tres en Andalucía y región de Murcia, dos en Castilla La Mancha y Galicia y una en Aragón, comunidad Valenciana y Extremadura.

Sin duda la más espectacular se realiza en Sevilla: La conocida como “La Madrugá.”Con imágenes tan veneradas como el Cristo de los gitanos, el del gran poder, la virgen Macarena o la Esperanza de Triana. Las saetas son cantadas desde los balcones y la intensa devoción hace brillar lágrimas emocionadas en el rostro de los participantes. ¿Os acordáis de esa letra de Antonio Machado cantada por Joan Manuel Serrat?
El número de participantes en estas concentraciones festivas multitudinarias ha llegado en ocasiones a cincuenta mil personas.




Personalmente la de Málaga me hace vibrar, y no soy de procesiones, pero tiene un atractivo algo épico, con esos legionarios cantando su himno mientras portan al Cristo de la buena muerte.
Y qué decir tiene si se habla de vibrar, que los tambores de la localidad de Calanda lo hacen con pasión cuando “Rompen la hora” en ese festejo que no es exclusivo del pueblo de Luis Buñuel. Y es que estos aporreos desmedidos de instrumentos de percusión se remontan a la Edad Media y se celebran en ocho localidades Aragonesas en lo que se referencia como: “Ruta del tambor y del Bombo. “

La “Tamborrada” o “Procesión de las turbas” en Cuenca, es lo más parecido que podemos encontrar en Castilla la Mancha, y un servidor, que ha sido partícipe, puede certificar que se trata de algo que impresiona. Estruendo y griterío, solapados con silencios sepulcrales. O esa otra en la que se bailan los pasos de San Juan y la Virgen en el encuentro feliz con un Jesús resucitado.

En Castro Urdiales (Cantabria) todavía se pueden ver “Pasiones vivientes” que son de creación actual (1984) pero que recoge el testigo de los autos sacramentales referídos con anterioridad.

Las Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor que tiene lugar en Valladolid también es de destacar, pues las cofradías desfilan nada menos que con treinta y dos pasos, con tallas de los siglos XVI y XVII que a lo largo del año se guardan en el museo nacional de escultura. Eso, y el miserere cantado con tanta devoción que hace que tiemblen hasta las piedras con más de ochocientos años de historia.
Y termino diciendo lo que decía mi abuela: 

"Cada uno cree en lo que cree, porque nadie es ateo del todo, pues las pasiones, la emoción y el dolor son íntimos e insoslayables. Los problemas son de cada cual y cada uno reza al santo de su devoción"

¡Vale, cierto! sus palabras eran otras pero venían a decir lo mismo:

"Cada cual lleva su cruz como puede, pues la procesión siempre va por dentro"

Espero que algo de lo recopilado y escrito, os haya servido al menos, para comprender el origen de una festividad que todos aparentemente deberíamos conocer, aunque solo fuera por lo repetitivo de cada semana de esas... que son “Santas."

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte



Derechos de autor: Francisco Moroz


viernes, 30 de marzo de 2018

Esta semana es santa ( 3ª parte )






¿Y los huevos que son de chocolate y con forma de conejo?

A partir del siglo XVIII es cuando se empieza a rizar el rizo en cuestión a la elaboración artesanal del chocolate. Hay auténticos maestros que confeccionan diversidad de figuras que en muchas ocasiones configuran auténticas esculturas dulces.

Y lo del conejo más o menos se lo sacaron los teutones de la chistera, asociando a este animalito con el huevo porque ambos son símbolo de fertilidad y fecundidad que para el caso es lo mismo. 
Hay versiones de una pequeña historia que cuenta como durante la celebración de una pascua, una madre sin muchos medios económicos, escondía huevos coloreados en el jardín, para que sus retoños los encontrasen. Cuando sus hijos buscaban ilusionados, les salió un conejo justo donde se hallaba el escondite, creyendo estos que fue el animal el que les dejó dichos huevos.

En España tenemos otra modalidad: las famosas “Monas de pascua" confeccionados sobre todo en Cataluña y Valencia, esos huevos envueltos en papel de plata colorido rellenos de más huevos, o de bombones u otras golosinas. 
¿Los famosos Kinder sorpresa tendrán algo que ver con estas tradiciones tan curiosas?

Y llegó el momento de nombrar a las famosísimas torrijas, las que se comen, aunque esas otras "Torrijas" con la que se conoce a las borracheras, tengan en común con las primeras solo el vino.

¿Quién no ha probado este exquisito dulce en Semana Santa?

También se las conoce como tostadas o torejas según la zona en la que se les nombre y su receta proviene ¡Cómo no! del tiempo de los romanos del siglo I d.C en que un tal Gavius Apicius ya nombraba un producto elaborado con esos ingredientes básicos que las caracterizan.

En el siglo XV es cuando ya se las puede reconocer en un formato parecido al actual, pero nunca asociadas a la Semana Santa de marras, pues nada tenían que ver en un principio con esta.

Pues sabed que originalmente eran utilizadas como tonificante para favorecer la recuperación física de las parturientas gracias al aporte calórico que proporcionaba el pan, el huevo, (Otra vez este producto) la miel, la leche, canela, el vino y el aceite utilizados para su confección.

Precisamente y a causa de su aporte calórico y capacidad saciante se incorpora a la dieta de cuaresma para paliar esas privaciones y abstinencias voluntarias a las que se sometía el penitente.
Dudo mucho que para el pueblo llano supusiese un sacrificio adicional el privarse de ciertas comidas y que se tuviera acceso a muchos de los ingredientes necesarios para la confección de estos dulces, que para nosotros, se han vuelto manjar y capricho. 
El hambre era lo único común y cotidiano por desgracia en aquellos tiempos de carencias.

Ya es a partir del siglo XX cuando este producto se disocia de las fiestas religiosas y pasan a formar parte de las ofertas gastronómicas de las tabernas madrileñas, acompañadas naturalmente por el consabido chato de vino. De ahí provienen esas otras "torrijas" que nombré más arriba, que se cogían por la excesiva ingesta del néctar de Baco.

Lo bonito de todo esto es, que al tratarse de un producto de sencilla elaboración es compartido por otros países como Portugal, Francia, Gran Bretaña, Hungría, Países Bajos, Alemania, Suiza, Austria, América… y conocidas con nombres tan variopintos como: “Pan perdido”, “Caballeros pobres de Windsor”, “Rabanadas”, “Tostadas francesas”, “ Fotzelschnitten”, “Profesen bundás”, “ Wentelteejfe” o simplemente “Pan de pobres”.

En todo caso este manjar repostero tan "glorioso", difícilmente podrá disociarse de la vigilia pascual junto con buñuelos y pestiños. Aunque hay otra variedad gastronómica con mucha enjundia que ostenta un primer puesto como comida con fundamento que es, por derecho propio y antonomasia (Típico plato de Semana Santa).

¡Menudo potaje!

El de garbanzos, con su bacalao, sus espinacas y sus albóndigas de pan, huevo duro, patatas. Ingredientes básicos y variables. Un plato propiamente de vigilia con el que se compensaba la carencia de la carne durante la penitencia y ayuno cuaresmal.


Naturalmente en cada región española tienen sus "toques" especiales y sus secretos culinarios con respecto a las preparación de este plato. En lo que todos coinciden a la hora de cocinarlo es que constituya sustento suficiente como para no quedarse con hambre, y comer "Como Dios manda".


Continuará.



Primera parte


Segunda parte


Cuarta parte

Derechos de autor: Francisco Moroz



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