Hacía meses que me estaba
preparando para el encuentro, no me sentía seguro de nada, y nadie me había
orientado sobre cuál debía ser mi proceder en los momentos que se perfilaban ya
muy próximos.
¿Quién era yo? ¿Cuál mi
identidad?
No recuerdo ni tan siquiera
mi nombre, es como si mi estado de consciencia lo hubiera recuperado solo unos
meses antes borrándose todo lo anterior; no conseguía recordar nada previo, ni siquiera saber donde estaba
ubicado ni cual mi misión.
Puedo deciros que he sentido que mi cuerpo
ha sido objeto de análisis periódicos para que nada
fallara y todo saliera perfecto.
He presentido murmullos,
melodías y ritmos que me tranquilizaban acunando mi corazón, poniéndolo en un
estado de placidez que me hacía sentir seguro.
Pero ahora todo eso ha cambiado, llevo un periodo de tiempo indeterminado en alerta máxima. Todo se precipita, noto la urgencia y el miedo en el entorno ¡Mi miedo! ¡No me siento capacitado para comunicarme! ¡No estoy preparado para sobrevivir! ¡Moriré en cuanto abandone la cápsula en la que me hallo sumergido!
Soy un ser débil, vulnerable. No soy nadie, y nadie me conoce.
¿Cómo fui engendrado?
¿A dónde me dirijo? ¿Quiénes me esperan?
Tiemblo en mi fragilidad, me
remuevo inquieto cuando todo a mi alrededor se conmueve en espasmos
irreversibles de dolor.
Ya no hay vuelta atrás en este instante que se ha convertido en un camino sin retorno hacia un destino ignoto.
Soy impulsado por una fuerza superior a la que ejerce mi propio cuerpo que sale expelido de la cúpula que me acoge, y como en una lanzadera voy directo hacia una luz deslumbrante. Mi final o mi principio.
Cierro los ojos con fuerza y siento la presión exterior, entro en un estado de colapso, me encuentro desorientado y perdido. No respiro hasta notar que sobre mi cuerpo se ejerce violencia. Lloro como criatura de carne palpitante que soy.
Grito de desamparo, de frío, de angustia y soledad... Pero solo hasta que escucho un sonido dulce y diferente a todas las cacofonías que me rodean. Un sonido que relaciono a otro escuchado con anterioridad. Una voz que rememoro de aquel, mi paraíso perdido.
Noto la tranquilizadora presencia de un ser superior cerca de mí, un ser femenino que me llama hijo, y noto lágrimas húmedas y saladas sobre mi piel que me arropan con una calidez inusitada.
Abro los ojos en la certidumbre de que estoy en buenas manos, manos suaves, y me pierdo en una mirada color de miel y almendra que habla de ternura por sí sola.
Empiezo a comprender con esa
lucidez instintiva de los nacidos hijos del hombre, el significado del Amor. La certeza plena de que
mi misión empieza a adquirir pleno sentido bajo la tutela de esa energía positiva.
Hoy he tomado mi primera decisión: a este ser que irradia tanta energía luminosa y calorífica le será dedicada mi primera sonrisa en cuanto aprenda a sonreír.
"Si hay algo grandioso en la creación ha de
llamarse Madre."