viernes, 15 de julio de 2016

Génesis



Hacía meses que me estaba preparando para el encuentro, no me sentía seguro de nada, y nadie me había orientado sobre cuál debía ser mi proceder en los momentos que se perfilaban ya muy próximos.

¿Quién era yo? ¿Cuál mi identidad? 
No recuerdo ni tan siquiera mi nombre, es como si mi estado de consciencia lo hubiera recuperado solo unos meses antes borrándose todo lo anterior; no conseguía recordar nada previo, ni siquiera saber donde estaba ubicado ni cual mi misión.

Puedo deciros que he sentido que mi cuerpo ha sido objeto de análisis periódicos para que nada fallara y todo saliera perfecto.
He presentido murmullos, melodías y ritmos que me tranquilizaban acunando mi corazón, poniéndolo en un estado de placidez que me hacía sentir seguro.

Pero ahora todo eso ha cambiado, llevo un periodo de tiempo indeterminado en alerta máxima. Todo se precipita, noto la urgencia y el miedo en el entorno ¡Mi miedo! ¡No me siento capacitado para comunicarme! ¡No estoy preparado para sobrevivir! ¡Moriré en cuanto abandone la cápsula en la que me hallo sumergido! 

Soy un ser débil, vulnerable. No soy nadie, y nadie me conoce.
¿Cómo fui engendrado? ¿A dónde me dirijo? ¿Quiénes me esperan?
Tiemblo en mi fragilidad, me remuevo inquieto cuando todo a mi alrededor se conmueve en espasmos irreversibles de dolor.
Ya no hay vuelta atrás en este instante que se ha convertido en un camino sin retorno hacia un destino ignoto.

Soy impulsado por una fuerza superior a la que ejerce mi propio cuerpo que sale expelido de la cúpula que me acoge, y como en una lanzadera voy directo hacia una luz deslumbrante. Mi final o mi principio.

Cierro los ojos con fuerza y siento la presión exterior, entro en un estado de colapso, me encuentro desorientado y perdido. No respiro hasta notar que sobre mi cuerpo se ejerce violencia. Lloro como criatura de carne palpitante que soy.

Grito de desamparo, de frío, de angustia y soledad... Pero solo hasta que escucho un sonido dulce y diferente a todas las cacofonías que me rodean. Un sonido que relaciono a otro escuchado con anterioridad. Una voz que rememoro de aquel, mi paraíso perdido.

Noto la tranquilizadora presencia de un ser superior cerca de mí, un ser femenino que me llama hijo, y noto lágrimas húmedas y saladas sobre mi piel que me arropan con una calidez inusitada.

Abro los ojos en la certidumbre de que estoy en buenas manos, manos suaves, y me pierdo en una mirada color de miel y almendra que habla de ternura por sí sola.
Empiezo a comprender con esa lucidez instintiva de los nacidos hijos del hombre, el significado del Amor. La  certeza plena de que mi misión empieza a adquirir pleno sentido bajo la tutela de esa energía positiva.

Hoy he tomado mi primera decisión: a este ser que irradia tanta energía luminosa y calorífica le será dedicada mi primera sonrisa en cuanto aprenda a sonreír.

"Si hay algo grandioso en la creación ha de llamarse Madre."




Derechos de autor:Francisco Moroz

jueves, 14 de julio de 2016

La maniobra de la tortuga









De: Benito Olmo














"Los pequeños detalles resultaban tan importantes como las pruebas más evidentes y había que ser muy cuidadoso para no pasar nada por alto. Por eso los investigadores descuidados o vagos no solían resolver ni la mitad de los casos a los que se enfrentaban. Pero él no era de esos"


Buscando lectura fresca y actual para este verano, me encontré con esta sorpresa de un autor al que no conocía en absoluto a pesar de haber escrito otras dos novelas: la primera titulada -Caraballo- que nada tiene que ver con el pintor. La segunda -Mil cosas que no te dije antes de perderte- del mismo género a la que pertenece  
esta que nos incumbe. Es un thriller policíaco con mucha acción, ligero, ameno, adictivo, y bien escrito.

Me ha durado dos días exactos, y con esto ya os imagináis el grado de adicción que me ha producido; el mismo que al principal protagonista la nicotina.

Y es que el inspector Manuel Bianquetti es el prototipo de personaje que se hace respetar por su aspecto desaliñado y su carácter adusto y algo arisco. Fumador empedernido y con un problema en su bagaje personal del pasado que le arrastró a su situación personal del presente.

Podríamos decir que es un exiliado involuntario de Madrid, en la ciudad de Cádiz a la que no acaba de aclimatarse. Él, acostumbrado a la acción, al riesgo y al peligro, se encuentra en dique seco, en la sección de archivos, donde trascurre su jornada rodeado de tedio y hermetismo.  

Pero el asesinato de una adolescente colombiana de 16 años, que ha sido violada y posteriormente estrangulada y cuyo cuerpo fue hallado dentro de un contenedor de basura, le remueve las entrañas a la vez que los recuerdos; haciéndole rememorar la historia que provocó su destierro.

Se pondrá manos a la obra para resolver un caso que no le ha sido adjudicado, saltándose normas y cadenas de mando, utilizando medios de manera poco ortodoxa y en cierta manera peculiar. Descubrirá una trama de intereses creados por algunos, para olvidar el suceso antes de intentar buscar al culpable.

Estamos ante una novela que reúne ciertos patrones que se repiten en todas las del género negro sin llegar a ser escabrosa: personaje con conflictos personales y algún vicio incorregible. Un tipo duro de presencia atemorizante por su gran envergadura y sus ademanes hoscos, con cierta tendencia a rebelarse ante los superiores e ir por libre dejando de lado a los compañeros.
Nos sorprenderá sin embargo con momentos puntuales de cierta ternura e indefensión.
Una trama bien urdida con sus dosis bien medidas de originalidad, donde habrá acción y violencia sin excesos, misterios que resolver, testigos, víctimas y verdugos.

La prosa con la que está escrita la historia es muy práctica, ligera y de asequible vocabulario. No se complica mucho el escritor en describirnos los paisajes y entornos a pesar de ser muy conocidos por él mismo, aunque nos bosqueja lugares puntuales que el lector avezado y viajero quizás identifique. También apunta alguna nota sobre la gastronomía popular de la ciudad.
Por otro lado a mi entender, el libro posee una portada de diseño muy atractivo, que no supone un detalle baladí para no tener en cuenta cuando nos encontramos con él. Diría, que es su carta de presentación más inmediata.

Los personajes son peculiares y bien delineados, pero sin pretensiones de magnificencia, salvo nuestro inspector de manos enormes y talla de armario empotrado. Cada cual con sus historias ocultas y algunos con un carisma especial del que no podremos dejar de encariñarnos o identificarnos. 

Es de destacar una subtrama paralela al argumento principal que se irá desgranando de forma natural hasta converger con este. En esta subtrama, la protagonista será Cristina, una superviviente del maltrato al que ha estado expuesta durante muchos años, que intenta fraguar con esfuerzo y olvido un futuro mejor.
Esta mujer nos enamorará por su sencillez y ternura. Literalmente dan ganas de abrazarla.

Uno de los aciertos del autor es darnos pautas de juicio y argumentos donde agarrarnos, para poder ir definiendo a los partícipes de la historia para encasillarlos entre los buenos o los malos sin muchas complicaciones ni enigmas.
No obstante, no deberemos precipitarnos con nuestros prejuicios por si acaso. 
Se evitan diálogos innecesarios aburridos o farragosos, con lo cual la lectura se convertirá en recreo y no en un continuo ejercicio de reflexión.

Con todo ello, el conjunto encuadernado se convertirá en volumen ameno, entretenido, y lo suficientemente atractivo para que, hasta terminarlo no nos quedemos conformes, y que al cerrarlo pensemos que el tiempo se nos voló entre líneas pero que no lo perdimos.

Lo recomiendo no por ser una obra redonda, ni mucho menos,( Esas abundan poco y según los gustos) pero sí la aconsejo por tratarse de una lectura que conduce al lector a sentir emociones dispares de odio, impotencia, rabia y satisfacción a partes iguales, mientras su atención se encuentra enfrascada en ella.
Con lo cual, cubre las expectativas de manera sobrada de los amantes del relax, el entretenimiento y el disfrute personal con libro en mano.

51 capítulos sin mucha extensión, otra cosa que debemos agradecer al escritor que cuida con esmero ciertos detalles, sin redundar en ellos.

Tendré que prestar atención en adelante a este autor recién estrenado.




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