jueves, 14 de diciembre de 2017

Lo imposible






Tardaría en encontrar la llave que necesitaba, pero no lo consideraba tarea imposible. 
No sería tan difícil como buscar una aguja en un pajar, una lágrima en la inmensidad del océano, el santo grial o la pluma de un ángel.

Era solo cuestión de empeño, tesón, ganas, esfuerzo, insistencia, paciencia, comprensión, sacrificio, detalle, dialogo, cariño, ternura, delicadeza, dedicación, afán, vigor, valentía, ímpetu, provocación, interés, vehemencia. Mucha voluntad, desvelos, ahínco, tenacidad y laboriosidad.


En cuanto la hallara, podría acceder al corazón de aquella mujer caprichosa, hacerla suya y vivir toda la vida junto a ella… Aunque bien pensado, casi que le resultaría menos penoso buscar un blanco unicornio.


Derechos de autor: Francisco Moroz



domingo, 10 de diciembre de 2017

De corazón





¡Qué sueño tan maravilloso!¡la veo, la siento!
¡Noto su energía positiva! y oigo claramente sus palabras:
-"Te deseo de corazón una larga y hermosa vida"

En mi inconsciencia mi mente jugueteaba con esa presencia que me hablaba comunicándome su amor. ¡A mí! que hasta ahora era como un muñeco de trapo desarticulado y sin esperanza. 
Marioneta de cuerdas rotas a la que ya nadie era capaz de insuflar vida ni movimiento.

Recuerdo una llamada, voces lejanas y mucha precipitación a mí alrededor. 

Todo carreras y ruidos, órdenes tajantes que se daban unos a otros mientras me sumía poco a poco en un sopor inducido. 
Los párpados me pesaban, era incapaz de enfocar la vista en nada concreto, adormecido y súbitamente cansado como estaba, me dejaba llevar sin oponer resistencia.
La boca seca, la mirada turbia y la mente confundida; mente que intentaba encajar respuestas a preguntas no formuladas todavía.

¿Dónde estaba?¿Qué pasaba a mi alrededor?¿Quiénes eran los que me llevaban casi en volandas?¿Y a qué lugar?
Después una luz intensa sobre mi y más tarde la tranquilidad del silencio, la oscuridad y la nada...

Más tarde ese sueño maravilloso, vivido y cierto de una presencia luminosa de un ser desconocido y radiante que se comunicaba conmigo, alentándome y deseándome suerte con mi nueva vida.

-¡Un ángel! ¡Seguro! -me dije. Me muero inevitablemente ¡Es eso! presentía un fin y un principio. El convencimiento de que se me ofrecía una nueva oportunidad, un renacer a otra dimensión desconocida y perfecta. Como ser luminoso y lleno de energía.

Pero fui despertando de mi letargo. Confusión y ninguna evidencia de nada de lo que ocurría a mi alrededor. Era como repetir el proceso pero a la inversa.

De nuevo sentía presencias a mi alrededor, pero más tangibles y reales, menos etéreas, no pertenecían a ninguna onírica evocación de esa otra soñada anteriormente. Mi cuerpo relajado por la sedación a la que había sido sometido empezaba a reaccionar, mis ojos se fueron abriendo y mi cerebro fue ubicando el entorno en el que me hallaba. 
 

Alguien me agarró la mano y la apretó trasmitiendo su calor, una voz tamizada llena de buenas vibraciones me anunciaba que la operación había sido un éxito.
  
Después me aclararon el porqué de la urgencia, los problemas de mi músculo cardíaco para bombear la sangre necesaria para que la vida fuese posible. Me explicaron el rápido traslado al hospital, había aparecido un donante repentino por causa de un accidente de tráfico...

Pasados los años todavía soy capaz de recordar el sueño. La presencia sonriente que yo creía un ángel y sus únicas palabras dirigidas a mí, al que había perdido toda esperanza de sobrevivir:

-"Te deseo de corazón una larga y hermosa vida"

Fue por entonces cuando encontré el sentido a la generosidad, al altruismo y a la bondad, marcándome de inmediato un objetivo en lo que me restara de esta vida donada: Cuando llegara el momento yo también me convertiría en un ángel, que desearía de corazón a otro ser desahuciado, una larga y hermosa vida. 




                                     Este relato está dedicado de corazón, a todos los generosos donantes de órganos.




Derechos de autor: Francisco Moroz

martes, 5 de diciembre de 2017

Ni contigo ni sin ti






No pudo seguir adelante sin ella, resultó del todo imposible a pesar de sus esfuerzos por abandonarla y mandarla a paseo. Ya le hubiera gustado no estar sometido.

Su sola presencia le ponía enfermo, pues le recordaba sus limitaciones y por ello, la aborrecía.

Era una relación forzada de amor y odio.

Hoy por cuarta vez intentó alejarse rompiendo sus ataduras; pero la muy tirana siguió imperturbable, como esperando a que fuera consciente de lo inútil de su rebeldía.

No en vano le soportaba, le llevaba y le traía… Al final tuvo que rendirse a la evidencia de que con su silla todo iría sobre ruedas.


derechos de autor: Francisco Moroz

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