martes, 6 de septiembre de 2016

El reto





Cuando despierto, él ya no está en su lado de la cama. ¡Lo odio! Seguro que lo ha vuelto a hacer, siempre pasa lo mismo, se empeña en ser el primero y quedar por encima de mi, no aprenderé nunca. Me confío y después pasan estas cosas.

El caso es, que cuando llega el día en que todo ocurre, me da mucha rabia no haber estado atenta a su estrategia ni su manera de mirarme el día anterior, como el que no quiere la cosa; con esa falsa inocencia de niño que no ha roto un plato.

¡Estoy harta! ¡Nunca lo conseguiré! Al menos mientras lo tenga a él como pareja.
Salgo de la cama a la carrera sin apenas detenerme para ponerme las zapatillas, me lavo la cara de cualquier manera y mis pies me dirigen a la cocina, casi patinando por el pasillo. Con un poco de suerte se habrá olvidado y seré yo entonces, la que le devuelva la pelota a este espabilado.

Desde que nos conocimos empezó una lucha sutil, por demostrar quién amaba más a quién, y no bastaba con manifestarlo a base de caricias y besos.
Ni miradas cómplices, ni carantoñas consentidas eran suficientes.  También era cuestión de cuidar los detalles de la relación, velar por el otro, ayudar lo necesario, respetar los tiempos y los espacios de la pareja y sorprender… en resumen: intentar enamorar cada día al otro.

¿¡Qué idílico, a que sí!?

¡¡Pues no!!

La pasión se acaba, la rutina te embarga, se encarga de llevarse todas esas cosas; a veces te aburres y te cansas. El amor se erosiona de tanto usarlo queramos o no.

Por eso mismo me olvido tantas veces, y me relajo cuando llega el momento.

¡Pero “Don perfecto” no!

Y eso me exaspera, y me da rabia reconocerlo, porque me supera mil veces con su cerebro metódico y ordenado.

Enciendo la luz y me asomo por la puerta. Él se ha ido a trabajar y no dejó señales aparentes de su paso. Todo limpio y recogido; no veo nada extraño ni por la encimera ni en los fogones, ni por las paredes.
Reviso los armarios y hasta el escobero, el calendario, las paredes y hasta con meticulosidad enfermiza miro dentro del horno y el cubo de la basura. 

¡Bieeeen! parece que esta vez seré la que me salga con la mía consiguiendo el prevalecer después de tantos años de convivencia con este “listillo”.

Pero es entonces, en el momento que estoy disfrutando por anticipado de mi ansiada victoria, y al darme la vuelta para abrir la nevera, cuando me percato de mis infundadas esperanzas en el triunfo de mi causa. Toda la precipitación en mi alegría ha sido en vano. 

¡“El bobo” lo ha conseguido de nuevo!

Allí, sujeto con uno de los imanes en el que pone: “Recuerda”, una nota con su letra que reza:

“Otra vez fui más rápido que tú. Es la ventaja que tiene el estar tan enamorado de tu persona,  que me desvelo por la noche para poder mirarte mientras duermes.”

Y más abajo, pintado con rotulador indeleble un corazón en rojo, y puesto en letras grandes una frase: ¡Feliz aniversario preciosa!

El muy sinvergüenza siempre me gana por la mano cuando llega este día. No puedo evitar decir a viva voz un: ¡¡Te quiero!!



Derechos de autor: Francisco Moroz

domingo, 4 de septiembre de 2016

Me pareció ver un lindo gatito (3) y final.



Empiezo esta vez, y ya termino con los mininos, haciendo referencia a un personaje carismático llamado Juan XXIII. Papa de la iglesia católica que nos dejó una memorable frase:

“No compliques las cosas sencillas y simplifica las cosas complicadas”

Y es que hay personas y personajes que se empeñan en complicar la vida de los demás, y otros que se la complican ellos solitos sin ayuda de nadie. Triste forma de ser, que demuestra la infinitud de la estupidez humana.

¿Qué tienen que ver los gatos esta vez?

Pues casi nada, porque en vez de gato podría haber sido una hiena, un león, un borrico, una jirafa, o una gacela piamontesca si es que estas existiesen ¡ Que va a ser que no! Pero todos tienen en común el tener cuatro patas y un rabo para espantar a las moscas ¡No más!

Pero vino el listo de turno y dijo: ¿Cómo expresaremos la idea de aquel que se empeña en complicar las explicaciones, las teorías y las síntesis, con el afán de acabar llevando razón; y de paso acabar con la paciencia del sufrido interlocutor que le escucha pacientemente?

Pues digamos simplemente: 

“Buscarle cinco pies al gato”

¡Sí! cinco, y no tres, que es como estamos acostumbrados a escuchárselo a nuestras madres, tutores, profesores y sabios del lugar. 
Sumamos pies que no restamos; que los hay que, con tal de salirse con la suya y hacer que prevalezcan sus criterios añaden la cola como pata, al igual que el “espabilaó “que nombraba al pulpo como animal de compañía. ¡Claro! que iguanas, camaleones, cerdos vietnamitas y boas constrictoras ya lo son en muchos hogares. 

¿De qué nos extrañamos pues?

Lo de los tres pies fue gracias a Cervantes que con su consabido ingenio y sentido del humor la incluyó de esta manera en su magna obra, poniéndola en boca de Don Quijote para referirse a la búsqueda de pesadumbre y enojo por parte de algunos pendejos.

Por otro lado ¿Qué sentido tendría buscarle tres patas a un animal que tiene cuatro? Siempre encontraremos tres; pero entendiendo el significado que se nos quiere comunicar con la frase, es comprensible que haya individuos que por hacer prevalecer sus sofismas y entelequias quieran contar otros apéndices del animal como patas, sumando cinco en este caso, o seis, según nos pongamos de quisquillosos.Traigo aquí a colación a un famoso negro "whasero". Ya me entendéis mejor ¿A que sí?

Un tal Gonzalo Correas en sus refranes y frases proverbiales que publicó en 1627, lo dejo escrito de la manera correcta, antes que Cervantes la liase parda, popularizando la otra. Esto viene a demostrar por otro lado, lo mucho que se lee a Cervantes.

Termino con una pequeña curiosidad:

Los franceses buscan los cinco pies al carnero y no al gato.
Y los chinos lo que buscan es al gato al perro y a cualquier bicho que se menee sin tener en cuenta la cantidad de patas que posea. No le hacen ascos a nada.

Pero recordad esto cuando se os pasen malas ideas para con estos animalillos: Son más listos que el hambre, y cuando han sido escaldados en alguna ocasión; huyen del agua fría y del caldo caliente y saben defenderse como gatos que son, panza arriba.


Lo dicho: hay gente que lo complica todo. Et certains d'entre eux sont Français.

¡Hasta la próxima entrada fuera de contexto!



Derechos de autor: Francisco Moroz

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