viernes, 18 de julio de 2014

Parada vacacional



Verano.

No solo es tiempo vacacional de sol y piel bronceada, de larga siesta y chiringuito de playa.¡Que también!.

El verano da para mucho, aunque se nos hagan tan cortos esos días que se nos escurren como agua entre los dedos, que sin darnos cuenta nos anochecen tan rápido, convirtiéndonos en seres noctámbulos con intención de alargar si cabe un poquito más el ocio, el recreo y el bienestar; esa vida fácil, plácida y relajada de la que somos merecedores después de gloriosas e interminables jornadas laborales.

Tenemos un tiempo que es más valioso que el oro,disponemos de esa calma para realizar las actividades de la que no podemos disfrutar durante los 11 meses restantes y la ilusión de descubrir, experimentar, conocer, visitar, caminar, nadar, jugar, viajar  y hartarnos de descanso que tantas veces se convierte en pura utopía, por la simple razón de ser incompatible con tanta actividad desarrollada.


Al final, por lo general regresamos más cansados de lo que salimos, pero siempre nos merece la pena esa experiencia; pues cuantos recuerdos y anécdotas nos llevaremos de vuelta a nuestro lugar de procedencia, para compartir con amigos, vecinos y compañeros, con la sana intención de perdernos en las mieles del recuerdo y la desazón del acabose.


También el verano es tiempo de cosecha. Tiempo de siega de lo sembrado durante el año, después de incertidumbre y desasosegadas miradas al cielo por si graniza,llueve,sopla el cierzo o hiela.

Los que veraneáis en pueblo y campo veréis el trajín de tractores y cosechadoras por las tierras de labor.
Como metáfora, los estudiantes son ya poseedores de sus calificaciones, habiendo a estas alturas recogido el fruto verde o maduro del esfuerzo invertido en el aprendizaje, tras arduas jornadas hincando codos en los libros de texto, como arado y vertedera el labrador en la tierra.

Todo tiene en común: el esfuerzo, la esperanza y el deseo del resultado incierto y el premio de lo merecido.


Pero hay otro aspecto en el que parece no recapacitemos lo suficiente a la hora de plantear y programar nuestro verano, pues pensamos que carece de importancia en nuestro ejercicio del libre albedrío.

Cada uno la conocerá con diferentes formas lingüísticas, yo personalmente la denomino: "parón reflexivo".

El estival es uno de los periodos, donde merece la pena dar un pisotón al freno de nuestra vida y recapacitar que es lo que estamos haciendo con ella, y que es lo que esperamos recibir de la misma. El momento, en que gracias a disponer de tiempos y silencios sosegados, o al menos posibilidad de buscarlos, podemos y debemos encontrarnos de nuevo a nosotros mismos, echarnos un vistazo en el espejo del alma y valorar los logros que hemos conseguido con nuestro desvelo anual.


Esos sufrimientos y esas luchas internas que cual crisol nos convierten en mejores personas, tienden a sobresalir cuando estamos expandidos al mundo exterior y nos ofrecemos en plenitud y esponjados; dispuestos a reír una broma,a disculpar un error y perdonar cualquier inconveniencia del semejante.Nos mostramos tolerantes y comunicativos y valoramos más positivamente todo lo que nos rodea.


Ante una puesta de sol es imposible no meditar ni pararnos a pensar en lo efímero de lo que somos.

Frente la inmensidad del mar y su sonoro oleaje ¿Quién no se imbuye del espíritu de lo inabarcable y desconocido?¿Quién ante la contemplación del firmamento estrellado no se pierde en preguntas sobre lo divino y lo humano?

A mi particularmente me impresionan las tormentas y me siento a contemplarlas,si puede ser bajo techo, aunque no me importa llegado el caso, empaparme con su agua y sobrecogerme con la pirotecnia de sus relámpagos y sus truenos.
La musicalidad del bosque es otro de esos momentos estelares, escuchando trinos, y ramajes arbóreos mecidos por el aire o intrépidas corrientes de ríos de montaña acariciando las piedras mientras murmulla cánones.

Todavía es posible encontrar silencios inimaginables que no vacíos dentro de nosotros mismos, donde poder

comunicarnos con la esencia de lo que somos, pues somos más de lo que creemos ser. Valorarnos como seres trascendentales y querernos como nadie lo puede hacer salvo nosotros, para después ofrecernos en nuestro ámbito familiar,laboral,vecinal y de amistad con energía renovada y carga positiva sabiendo donarnos en sonrisas y muestras de afecto, en amabilidad y colaboración altruista.

Este verano hagamos ejercicio no solo físico y mental, mantengamos una dieta sana rica en buenas vibraciones, nosotros notaremos el cambio y nuestro entorno nos lo agradecerá.Regresaremos no solo morenos sino felices.


                                                ¡Buen Verano a todos! 




miércoles, 16 de julio de 2014

El Hombre que plantaba árboles




El Hombre que plantaba árboles

De: Jean Giono

Dijo el poeta cubano "José Martí": Que toda persona a lo largo de su vida, debería plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. No necesariamente en ese orden y salvando las considerables diferencias entre una realización y otra.


Quizá la necesidad de perdurar a lo largo del tiempo en la memoria de los hombres, y hacernos recordar por nuestras obras, son la razón que nos mueve a realizarlas.


Esta es una pequeña introducción personal a este relato escueto y enjundioso, que se lee en un espacio corto de tiempo y cuya enseñanza nos puede llevar meses digerir.


En apariencia sencillo y fácil, sin complicadas formas en su dictado, así como se escriben los cuentos para niños, pero con mensaje  subliminal profundo y continuo.El lenguaje utilizado es realista y directo: se limita a describir y narrar, sin diálogo representativo y concisa trama argumental.


La responsable de que este cuento se escribiera, fue una editorial norteamericana que encargó a su autor en 1.950 una historia entrañable con personajes difíciles de olvidar y que trasmitiese a su vez el amor y el respeto hacia los árboles.....¡Pero! una de las condiciones que se pusieron a "Jean Giono" fue que dichos personajes fueran reales y al no serlos, fue rechazada.





No obstante el libro se difundió gratuitamente y llegó a concienciar a muchos colectivos y asociaciones sobre la necesaria labor de reforestación y respeto a las especies arbóreas, así como el cuidado de zonas boscosas.

Tan modesta obra cuenta solo con dos personajes principales: el primero de los cuales es el narrador, un guarda forestal que nos describe el entorno del paisaje por donde camina:La Provenza, Francia.cerca de los Alpes.


Al llegar a un valle el excursionista se queda sin agua, al no existir por los alrededores ninguna fuente ni río, dado el estado desolado del paisaje que le circunda:ruinas de antiguas casas abandonadas y matojos de lavanda silvestre; empieza a desesperar.


Al ser ayudado providencialmente por un hombre llamado "Eleazar Bouffier" el narrador indaga y pregunta para saber más de la historia de este hombre silencioso y carismático. Se trata de un viudo cincuentón, un pastor que se dedica incansablemente a realizar agujeros en la tierra con su bastón, dejando caer semillas de árboles y bellotas mientras cuida de su ganado.


"El trabajo apacible y regular,el aire vivo de las alturas y sobre todo la serenidad de su alma, le habrían dado a este anciano una salud solemne."


Durante cuatro décadas y después de entablar amistad mutua,el contador de la historia le visitará de continuo, salvo las dos veces que habrá de ausentarse al tener que marchar, para luchar en las dos guerras mundiales.

Cada vez que regresa lo hace con la carga y el trauma del dolor por lo experimentado en los conflictos armados y la frustración de comprobar como el ser humano tarda menos en destruir que en crear y con la certeza, que es más propenso a lo primero.

"Si uno quiere descubrir cualidades realmente excepcionales en el carácter de un ser humano, debe tener el tiempo o la oportunidad de observar su comportamiento durante varios años. Si este comportamiento no es egoísta, si está presidido por una generosidad sin límites, si es tan obvio que no hay afán de recompensa, y además ha dejado una huella visible en la tierra, entonces no cabe equivocación posible."


A pesar de todo comprueba el cambio del entorno que apenas reconoce cada vez que vuelve junto a su amigo.todo es diferente   la mejora salta a la vista. Los árboles crecen en lo que fue páramo seco y las fuentes y los riachuelos refrescan todo el valle, convocando con ellos una nueva vida, con gentes que empiezan a habitar y a construir casas en lo que se presenta como una estampa del paraíso todo, gracias a la bondad y generosidad de un hombre humilde y anónimo que dedicó su vida a crearla, en una tierra que ni siquiera le pertenecía.


"Cuando reflexiono que un solo hombre,reducido a sus simples recursos físicos y morales, ha bastado para hacer surgir del desierto este vergel, encuentro que a pesar de todo, la condición humana es admirable."


Ciertamente es un cuento alegórico y entrañable que hizo dudar a los lectores sobre la veracidad del mismo. Ante la insistencia de estos, el escritor tuvo que aclarar que el personaje del plantador de árboles era una invención personal, lo que no fue óbice para que la obra se difundiese y tradujese a numerosos idiomas, convirtiéndose en referencia y paradigma de ecologistas y amantes de la naturaleza.
Todo un canto a la humildad,la generosidad y la sencillez que todavía nos conmueven, las raras veces que las descubrimos.

"Jean Giono" confesó que no había ganado ni un centavo con este libro, pero que indudablemente era del que se sentía más orgulloso de haber escrito. Se puede decir de él lo que dijo de "Bouffier" un guardabosques que aparece en la historia:


         "¡Ha encontrado una forma perfecta de ser feliz!"


Doy término a esta entrada con otra frase que no podía dejar de incluir. No pertenece al libro pero dice mucho en pocas palabras.


"Cuando un hombre planta árboles a cuya sombra sabe que no podrá sentarse,empieza a comprender el verdadero sentido de la vida." ( Elton Trueblood)




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