lunes, 30 de junio de 2014

Lo esencial




Ya lo dijo el zorro, personaje de el pequeño príncipe, del escritor Exupery: "Lo esencial es invisible a los ojos", aunque nosotros sigamos empeñados en ver lo que no es; lo falso y la apariencia, las fachadas ilustres y las balconadas floridas.
Trabajamos, nos relacionamos, y actuamos de cara a la galería, somos grandes fingidores cuando nos lo proponemos, y no solemos mostrarnos tal como somos por temor al daño que nos puedan infligir, por miedo a no gustar a los observadores, nos disfrazamos como actores griegos con las máscaras de representar pantomimas y elaborar grandes tragedias,comedias y melodramas.

¡Que poco nos queremos a nosotros mismos!
¡Que poca seguridad en nuestros valores fundamentales!

No vinimos al mundo para agradar al resto de coetáneos, sino para ser felices sin perjuicios, esos que a su vez nosotros tenemos con el resto de los que nos rodean y nos hacen juzgar y valorar,¡ sin ton ni son !, sin argumentos ni bases demostrativas a nuestro prójimo y criticar tanto a lo humano como a lo divino, para entre otras cosas, quedarnos tranquilos con nuestras conciencias sin reconocer nuestros propios fallos, debilidades y carencias, y de esta forma seguir malviviendo en la insatisfacción y la simulación creciente.
¡Que lástima! ¿No crees?

¿No sería mejor vivir con la libertad que nos aporta la verdad de lo que somos, aunque lo que se muestre en apariencia sea, poco, pequeño y feo Como el cuento del patito?
¿No sería mejor caminar sin el lastre de las armaduras con las que nos protegemos de los presuntos ataques de nuestro prójimo?¿Esas mismas que no nos permiten respirar?

Creo sinceramente que cuando uno se hace viejo no sólo se hace más sabio por lo aprendido, sino por los desengaños, el dolor,y la pasión que se puso en lo gozado y sufrido, y que es preferible conseguir arrugas por lo reído, que por el ceño fruncido de continuo por el enfado y la excesiva seriedad.

Tendremos que aprender pues nunca es tarde para eso, a ver lo esencial de las personas:
De sus ojos, la mirada, de su boca la sonrisa y las palabras, de sus pies el camino andado y de sus manos y brazos las caricias y abrazos ofrecidos.
La vida es corta para andar fingiendo lo que no somos. Los que no se muestren con entereza y dignidad no serán amados por lo que son, sino únicamente en su apariencia. No seamos sepulcros blanqueados llenos de podredumbre mientras la fiesta se celebra afuera sin nosotros. 
Participemos pues, con nuestra limitación incluso, de la feliz oportunidad de ser tal como nos hemos forjado en el crisol de la existencia.

Poco importan los peinados y el vestido, el perfume el maquillaje y las joyas. Las cosas de las que nos rodeemos seguirán siendo cosas...Los coches y las mansiones, los títulos y atributos añadidos serán en definitiva adorno y disfraz donde morirán asfixiados nuestro sentimientos y nuestra belleza interior. 

"He aquí el secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón lo esencial es invisible a los ojos."





martes, 24 de junio de 2014

El Jilguero

El Jilguero







De:  Donna Tartt








Arranco la semana con este relato de una autora conocida por su peculiaridad de no ser una de las más prolíficas, ya que publica un libro cada 10 u 11 años.Recuerdo:-El Secreto- en 1992,-Juego de niños-2002 y esta que os referencio aquí, que editó el año pasado; por ella recibió el premio Pulitzer a la novela de ficción este mismo año.

La historia gira en torno a una tabla holandesa del siglo XVII que representa a un jilguero atado con una cadenita a una percha, destaca de ella la vivacidad del pajarillo y el trabajo desarrollado en la escena con las luces y las texturas, este cuadrito, pues sus dimensiones  son de:33 X 23 cm fue pintado por un artista con una historia muy peculiar llamado

"CarelFabritius", un discípulo de "Rembrandt"que murió tras la explosión de un polvorín situado cerca de su taller de pintura en la ciudad de Delft, en la cual se perdió la mayor parte de su obra.



Un joven de 27 años lleva encerrado una semana en la habitación de un hotel de Amsterdam, bebiendo y fumando sin control esperando un inminente y temido final; mientras reflexiona, recuerda y trasmite a un posible lector sus vivencias después de lo acaecido un 10 de Abril de hace 14 años.


"Durante esos agitados días de encierro llegué a conocer hasta el último rincón de la habitación, como un preso conoce su celda." 


Su vida parecía en orden, solo algún problemilla en la escuela a causa de las malas compañías que frecuenta y alguna gamberrada puntual. Pero todo se precipita a causa de un atentado en el museo Metropolitano de New York, donde se encuentra él: "Theodor Decker" y su madre "Audrey" visitando una exposición de pintura holandesa, donde se presenta el
referido cuadro del jilguero, que después de la explosión terminará en manos del chaval junto con un anillo perteneciente a un anciano llamado "Blackwell" al que  acompañará en los últimos momentos de su agónica muerte.



Huérfano y solo, recuerda a su madre constantemente, pero se siente incapacitado para soñar con ella, le queda su esencia y lo que significó en su corta existencia. 


"Su compañía irradiaba una luz tan mágica que todo cobraba más vida y color a través de su mirada."


En un  momento dado recuerda las palabras del anciano que le dio el anillo y terminará en una tienda de anticuario del barrio de Manhattan pulsando un timbre verde y enfrentado a un gigantón llamado "Hobie", un restaurador de muebles que llegará a convertirse en el clavo ardiente al que deba agarrarse en su desamparo.


"Es un hombre distraído, amable, descuidado, atolondrado, autocrítico y cortés."


Conocerá de igual manera a "Pippa" una muchacha menuda y pelirroja, no muy guapa pero con un magnetismo atrayente que le llevará a obsesionarse con ella de forma febril.

Convivirá con una familia de acogida: El matrimonio Barbour y sus tres hijos, aprendiendo de relaciones humanas y apariencias, enmarcado todo en un nivel de vida desconocido para el ...
Pero todo cambia de forma extrema cuando aparece su padre con su nueva pareja y se traslada con ellos al desierto de Nevada, a la ciudad de las Vegas, donde conocerá a "Boris"que se
convertirá en su "par"· y mejor amigo y junto el la degradación progresiva como persona, quedará inmerso en el submundo de las drogas, el alcohol y el dinero fácil, conocerá la parte más oscura de si mismo, pasando a formar parte de forma irremisible de la escoria de la sociedad.

"El dolor me sobrevenía en oleadas que me dejaban sin aliento, y cuando estas retrocedían me encontraba contemplando los restos del naufragio iluminados con una luz tan cruda, enfermiza y vacía que me costaba recordar que el mundo había estado de todo menos muerto."


Y esa luz se filtra de vez en cuando en su maltrecha mente entre borracheras,colocones de anfetamina y desesperación y protegiendo de manera compulsiva lo único que parece preservar su cordura y razón de ser: el cuadro del jilguero que le gusta contemplar a escondidas. Hasta el instante en el que aparece "Lucius Reeve" para recordarle el pasado y aquel suceso del Metropolitan Museum.


Mi opinión sobre esta obra difiere de la buenisima crítica que ha recibido. Por supuesto parece ser que la crítica siempre es favorable a ciertas obras de ciertos autores; desde el plano objetivo y sin haber leído hasta ahora nada de esta escritora que parece,haberse convertido de culto; tengo que confesar que aunque su forma de narrar es correcta con un estilo depurado y siendo su lenguaje más que directo y conciso, sin derivar en diálogos engorrosos; hay capítulos de muchas páginas que podrían haber sido evitables, en ellos parece irse por las ramas cuando nos detalla hasta la saciedad ciertas escenas y descripciones totalmente prescindibles.1.150 páginas aproximadamente son muchas para desarrollar una historia, que aunque comienza con interés y ritmo fluido, empieza a decaer hacia la mitad del libro donde parece adquirir de nuevo fuerza; esto puede desanimar a los lectores que no estén acostumbrados a leer tal cantidad de páginas sin ofrecerles incentivo sino más bien menguándoselo.


Por otro lado aunque el meollo argumental es el cuadro, parece que este se diluye de tal forma que en ciertos pasajes, son otras las bases alrededor de las cuales parece girar todo; lo que se dice: salirse por la tangente. 

Los críticos dicen que es una novela de corte clásico imitando la forma de escribir de los maestros del siglo XIX como "Dickens" con su personaje de "Oliver Twist" y Louis Stevenson" con su 

-Isla del tesoro- o "Melville"con - Moby Dick -. 
Sincera y personalmente ha habido momentos durante su lectura que me han recordado más a "Fiodor Dostoyevski" en su obra 
- Crimen y Castigo -pues esta, aun estando basada en un hecho cruento con su correspondiente investigación policial es de corte filosófico, psicológico y social con lo que ello entraña y supone a la hora de leer de seguido y placenteramente.
Un juego de introspección meditada y reflexiva donde perdemos el norte cada cierto tiempo preguntándonos:¿Y esto que tiene que ver ahora con la linea argumental?¿A donde nos quiere conducir la autora?


Carel Fabritius

Por otro lado nos encontraremos inmersos en un ambiente opresivo, acuciante y desesperanzador, donde parece no existir redención posible ni salida para los personajes que sufren una concatenación de infortunios que a los menos aguerridos les puede invitar a abandonar su lectura por lo sedente,sedante y cansina.

Pero como dice la propia autora mentando a un tal"Ken Kesey":


"No lea las críticas. Las favorables no ayudan y las negativas hacen daño."

Por lo tanto y siguiendo el dicho popular que dice: Para gustos los colores y los libros, os dejo la reseña de este que no esta mal pero que tampoco es para explosionar cohetes verbeneros.


Termino como es mi costumbre con una frase del protagonista que dice mucho en muy pocas palabras.


"Es un honor y un privilegio amar lo que la muerte no puede alcanzar."


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