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martes, 1 de marzo de 2016

Mensaje en una botella

Concurso: LA IMAGEN IMPOSIBLE I


Propuesta del Círculo de escritores.



Profunda la voz de la tierra que se muere,
de los mares que agonizan en negro veneno.
Intenso es el quejido de los seres
que se quedan sin cielo y sin cobijo.

No es eterna la música del agua,
que escapa y se evapora en nuestros ríos.
Ni la del aire que se agita turbulento,
transportando remolinos de detritos.

Cantos que son lamentos,
de los árboles quemados y caídos.
Soñadores de secano que antes fueron
patriarcas de estos bosques abatidos.

Pobres los hijos de natura
por ser los mismos que destruyen,
 que queman y que ensucian
sin querer escuchar a los que avisan.

Presagio la tristeza de los niños
conociendo su herencia hipotecada.
El futuro imperfecto y desolado,
 epitafios finales de la especie.

Es la muerte disfrazada de caos y de locura,
de yermo erial silente, la que ronda.
Ahogando con sus brazos descarnados,
deshojando y pudriendo lo que roza.

Numerosos los granos de arena que se juntan,
formando ya horizontes de desierto.
Océanos de penuria nos rodean
Agobiando a nuestras almas incorruptas.

Moriremos al fin abandonados,
  asfixiados en miedos y penurias. 
Sólo he de pedir pues, a los dioses que aún escuchan
que alivien la agonía de esta raza...

...quitándole el tapón a la botella.


Derechos de autor: Francisco Moroz



domingo, 21 de febrero de 2016

Palabras para regresarte




Entre el mar y tu casa
la arena de otra tierra.
Entre la arena y el cielo,
el verbo transmisor de estos poemas
que quedaron pendientes de decir,
como tantas cosas.

En la orilla estamos
esperando tu regreso,
entre las olas y el viento.
Allá donde se construyen los caminos
con jirones de nube
para llegar hasta ti.

Que puedas saber
de la añoranza infinita que sentimos,
la esperanza que desborda
y  también,
de nuestro miedo
a perderte sin más.

                                                                                                         Soñando,
                                                                             el instante puntual de los reencuentros,
en los abrazos que nos faltan por dar
y los besos.
Las caricias
que quedaron sin sentir sobre la piel.

Y acá estamos enraizados
junto al margen que dejaste al partir.
Al límite de las miradas,
tan lejos del mar que nos separa
y tan adentro de tierra
que olvidamos.

Gritando verte,
por si vienes como río
desembocando en tu hogar.
Donde quedaron los tuyos
con un reloj parado
en la hora de tu marcha.

El corazón, ya ves,
se empeña desde entonces
en convertirse en gaviota
para volar hacia ti.
Allá donde te encuentras
en voluntario destierro.

Y mi mano se obstina 
en escribirte un mensaje
en el que el alma
se desnuda sin vergüenza.
Para decir que te anhela 
y en palabras para regresarte.

Derechos de autor: Francisco Moroz


jueves, 11 de febrero de 2016

A veces




En momentos duros y en instantes bajos,
quizás la ternura no llegue a mis manos.
En días oscuros o en lluviosos años,
los besos que debo mueran en mis labios.

Las dulces palabras,
el detalle escaso.
La vida es injusta,
confusión que oculta en cada peldaño.

Y me encuentro roto,
triste y alejado.
De tu amor profundo
de tu amar callado.

Pero ten seguro que a pesar de todo
aún sin mi presencia,
y en la eterna ausencia de la vacuidad,
estaré a tu lado.

En cada pensamiento,
con mi angustia a cuestas.
Andaré perdido,
pero no acabado.

Que vivo en tus ojos,
a tu cuerpo atado.
Fiel a tu sonrisa
preso en tus abrazos.

Nunca la derrota
acabará con todo.
Ni romperá las promesas 
de este enamorado.



Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 29 de enero de 2016

Al son del mar



Fotógrafo autor:José C


Baten con furia mis aguas en tu costa
y  no me escuchas.
Vientos violentos sacuden tus rocas
y tú me ignoras.

Soy la pasión y el arrebato inmenso,
que urge y suplica tu amor
con gaviota y tormenta.
No me rehuyas.

Que son tus playas las que añoro
y las calas tranquilas,
donde encuentra reposo
mi continuo afán de enamorado.

De espuma blanca quiero cubrirte,
y con blanca sal saciar tu cuerpo.
Calmarte las ansias con mis suspiros,
nacidos en la inmensidad de lo profundo.

Que soy amante mar y me desvelo,
por acariciar tu piel dorada de suave arena.
Regalarte con coral para adornarte,
y arrullarte tras el ocaso con mis sirenas.

Tierra altiva, visionaria de mi horizonte,
no me rechaces.
Déjame asomarme tan solo a tus orillas,
y contarte como viajero mis aventuras.

Que eres altiva mujer siempre a la espera,
y yo fiel amante que va y regresa
con la firmada condena de no abrazarte
ni poseerte.

Permíteme al menos ser explorador de tus sentidos,
y tocar con mis olas tus secretos parajes
llenos de luz de faro, y de silencios,
en las noches azules y adormecidas.



Derechos de autor: Francisco Moroz



Agradezco desde aquí a la comunidad literaria: 
Edupsique: Narrativas multiformes el premio otorgado por esta publicación. Os invito a visitarla, encontrareis bonitas historias de buenos escritores.



jueves, 21 de enero de 2016

En la mitad de la vida



En el ínterin de la existencia,
donde la lucidez te asombra y la verdad  asusta.
Te encuentras expuesto en tu desnudez,
 a la realidad,
al espanto de tu nadería.

Cuando razonas con el corazón, 
no siendo este
ni músculo ni sangre,
sino esencia de tu entraña desgarrada.
Es entonces,
 cuando sollozas y te tiembla el pulso,
 y te arrinconas.

Sabiendo con certeza absoluta
 que la felicidad es quimera,
producida por los sueños y el deseo de los hombres.
Robado,
 el arrebatado sentir y sus impulsos,
en ecléctico pacto 
con el tiempo adjudicado fugazmente.

 Sientes, desazón al no estar donde quisieras,
la incertidumbre palmea tu espalda,
tu cuenco ahora rebosa de amargura.
  El alma se rompe en mil pedazos de impotencia,
pues ya no luchas ni contra ti ni contra nadie.
Te falta resolución,
ganas, y fuerza.

Y por dudar,
 y por temor a equivocarte,
vas derribando tus convicciones como naipes.
Te escondes tras la niebla, 
te secas como hoja, 
te esfumas como aire.

 Se acaba el tiempo, 
se te escurre entre los dedos,
se apaga el brillo de tu estrella.
 Pasas las horas iguales,
mudas y sordas, tristes y quietas.
te saliste a la cuneta.

 Donde nada te llama ni a esforzarte
 ni a llenarlas de alegría.
Lo que anduviste, lo que hiciste y lo que amaste,
 todo perdido
en un mar de incertidumbre,
con severo desarraigo.

Y ahora te hayas en un cruce del camino,
en un mal momento; 
que pasará como pasa todo en esta vida.
como la estación del año en que te encuentras,
abandonaste tu casa,
dejando puertas abiertas,
y ventanas sin postigos.

Sólo quedarán las obras
  no el esfuerzo ni el motivo.
Ni los jirones dejados durante todo el trayecto.
nada de lo que ganaste
y sí el amor que pusiste
durante el largo camino.

Nada es en vano.
 Todo deja algo de poso,
 que se imbuye en la memoria,
que da sabor, que adereza
igual que especia en el vino.

Tendrás que aprender doliendo
 de los fallos cometidos, 
mientras dure y mientras bregues 
por la vida fatigosa,
con las piedras del destino.

 Donde hay ciertos tramos rectos
y vericuetos oscuros.
que siendo honesto confiesas ,
no fueron enderezados
ni tampoco corregidos.

En la mitad del tiempo consumido
 que te fue asignado
caminas, reflexionas, y versas.
por el hecho de llegar a donde llegaste,
eres peregrino, trovador y sabio,
que sigue tras de su gesta.


Derechos de autor: Francisco Moroz




viernes, 1 de enero de 2016

Viva la vida

Carmen Pinedo nos regalaba como final de año una entrada muy amistosa, entre las que había una invitación implícita para celebrar la vida, la felicidad, la alegría de estar juntos, reunidos en torno a la palabra y a las letras. También y como no podía ser de otra manera ¡Al arte! a la pintura, y a la fotografía. 
(Aquí podrás leerla)






Tenía unos cuantos regalos a elegir para todos los que asistimos al evento celebrado en su "casa blog", yo escogí esta fotografía que figura arriba; la que me inspiró estos versos que ahora os presento y que como no podía ser de otra forma dedico a esta amante indiscutible de lo bello. De los trazos y los colores, las luces, las sombras y los contrastes... y los gatos.

Una mujer enamorada de la vida a pesar de sus tristezas.
Entre sus palabras de bienvenida estas:


¿Notas algo que arde dentro de ti, como un fuego que a veces acaricia y a veces quema? ¿Cómo dices? ¿El amor? ¡No, quita, yo de eso no sé nada! Es la alegría. Hasta en los momentos más tristes está ahí, aunque no puedas sentirla, aunque no puedas creerlo. Está. Deja que te abrace. Aunque a veces queme, porque te aseguro que quema.

En fin, ya entiendes de lo que se trata. Es ese viejo asunto de vivir. Vivir-vivir, quiero decir, nada de sí pero no. Mira, ¿has visto cuánta vida? Toda tuya. Ahora. Cuánta vida ahora, para ti. ¡Que no te la quite nadie!





Para que la vida te sonría
has de cogerla de la mano y bailar con ella.
De apariencia frágil hasta que sientes
su pálpito salvaje instintivo de animal salvaje,
con una poderosa voluntad de devorarte.

Si quieres que te acepte
has de mirarla de frente sin arrogancia,
a los ojos.
Como enamorado incondicional ante su presencia,
dispuesto a todo.

Es ella la que te saldrá al encuentro
sin tú buscarla.
La que te hará delirar y padecer hasta dolerte,
llorar de felicidad o conmoverte,
haciendo estragos.

Si quieres algo de la vida
pídeselo directamente y sin rodeos,
aunque sólo te ofrezca sueños y promesas.
Albacea y testigo de tus obras,
de tu buena fortuna  o tu desdicha.

Será fiel compañera hasta la muerte,
cadenciosa a ritmo lento
y raudo en otros.
pertinaz, sentenciosa y carismática
pero siempre fugaz y perentoria.

Se escurre como arena entre los dedos,
y se deja beber en ocasiones a sorbos cortos.
Cuanto más la deseas más esquiva,
y más irreverente si la adoras.
Es altiva doncella que no rebajará su suerte a la tuya.

Ella sigue fluyendo mientras tú feneces,
no dejando lugar a despedidas ni a reencuentros.
Mientras sea tuya cuídala como a una madre
a la que nadie renuncia ni quiere perder,
a pesar de lo que te dé y te arrebate.

Es caprichosa, procaz y peligrosa,
pero es tan bella la vida que te apasiona,
te enamora y te subyuga, te conquista y seduce.
Haciéndose imprescindible mientras respiras,
tan fértil y veraz como adictiva.

Es, como una chica alborotada y loca,
que te posee y te desnuda
y que se ríe de ti.
O te monta una fiesta sorpresa inesperada
sin contar contigo.

Imprevisible señora altiva
 dadivosa unas veces o ruin y casquivana.
Ególatra sutil y poderosa,
pero jamás aburrida
y nunca sosa.

Terrible paradigma de quiméricas formas
 infructuosa, altiva y discordante,
o humilde y armoniosa.
Savia que es sangre enaltecida
de seres orgullosos.

La vida te enaltece, te hace fuerte,
te ayuda a superar sus realidades.
Te hace soñador en sus orillas
o naufrago perdido
en sus procelosos mares.

Algo es bien cierto: sin ella morimos
y hacemos lo indecible en retenerla.
La amamos a pesar de los retos que plantea,
de los amagos que hace,
de los sutiles engaños soportados.

Andamos por ella
como sobre cuerda floja,
con miedo a caernos al vacío.
La vida se respira por los poros,
si sabes disfrutarla.

Hay que conquistarla con esmero
poniendo empeño en ello.
Es muy fácil perderla,
no se caracteriza
por ser una amante posesiva.

Tampoco te controla,
aunque ponga las reglas del juego que te obligan.
Con ella y con las horas,
que el tiempo es el tercer
elemento de discordia.

Este pone los límites
donde la vida las normas.
te las puedes saltar, no duelen prendas
pero al final pagarás
de todas, todas.

Yo siempre fui sencillo y confiado,
creo que sigo siendo como un niño.
Y por tanto, y a pesar de lo escrito que ya acabo
viviré la vida que me toque.
Sin quejarme, sin prisas, y sin ascos.





                                                                                Derechos de autor: Francisco Moroz






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