jueves, 10 de noviembre de 2016

Lugares de descanso





Sigo observando mi trocito de cielo, allá están los dos, justo donde me dijeron que irían cuando murieran.

Hace dos años que lo hicieron por causa de un accidente en el que ambos perdieron la vida por culpa de un conductor ebrio que los sacó de la carretera.

Ahora yo los añoro y los echo de menos. Por las noches, no puedo evitar salir de casa y alzar la mirada al firmamento; no sin antes echar un vistazo al rincón más escondido del jardín, donde espero que se pudran eternamente los restos de aquél que me arrebató a mis padres.


Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Virgen de la muralla.




Es bien sabido que “Las paredes oyen” desde que la reina Catalina de Médici mandó instalar en palacio una red de conductos que comunicaban todos los aposentos del edificio, para poder de este modo enterarse de lo que hablaba la servidumbre y los invitados, y de esta manera evitar las temidas conjuras dirigidas hacia su real persona.
En el año 1572 y en París, se perpetró la famosa matanza de San Bartolomé. Final sangriento donde perecieron miles de hugonotes por orden de Carlos IX aconsejado por su madre que no era otra que la tal Catalina.
Por ello con esta frase nos aconsejan no comunicar los secretos a voces pues siempre habrá alguien que los escuche detrás de una puerta o una cortina, y eso acarrea funestas consecuencias.
Lo que si es un secreto a voces y encima festejado, es el 9 de noviembre en el que celebra a la patrona de Madrid: la virgen de la muralla.
–¿¿De qué??
– ¡Ah perdón! ¿Y si digo: la virgen de la Vega? 
¿Tampoco?
– Pues os explico y terminamos antes.

Los gatos son muy devotos…
– ¡Ah! ¿ Que tampoco sabéis quienes son los llamados gatos?
–Empiezo de nuevo…

... Como“Gatos” son conocidos los madrileños cuando Madrid era Magerit o Mayrit que vendría a significar: Lugar abundante en agua. Nombre puesto por el pueblo invasor de la península a los que los visigodos empezaron a llamar “Moros” palabra que no era utilizada como insulto para los de la raza como piensan algunos, sino porque principalmente las fuerzas invasoras estaban compuestas por marroquíes, argelinos y mauritanos, estos últimos conocidos como: Mauros-Morenos.
Por otro lado los árabes eran los que mandaban en esos ejércitos conquistadores que causaban pavor a los eclesiásticos que veían como las imágenes de santos, Cristos y vírgenes, junto con las reliquias, eran profanados.
Para prevenirlo los obispos instaron a los fieles de sus diócesis a esconder las imágenes para evitar en la mayor medida posible su destrucción.
En la antigua villa de Magerit vivía un herrero que como buen cristiano tenía mucha devoción a Santa María de la Vega y por tanto, escondió su imagen entre los sillares de una antigua construcción romana. Una imagen que según la leyenda la trajo el apóstol Santiago y que fue pintada por San Lucas y tallada por Nicodemo. Una leyenda que todavía no se podía llamar urbana, pero que actualmente tiene todas las papeletas para serlo.
El caso es, que la emparedó junto con dos cirios encendidos tapándola a continuación con los propios sillares sillares de la pared.
Trascurridos tres siglos y tras la conquista de Toledo en 1083 por parte de las tropas del Cid Campeador, este se acercó a los alrededores de Magerit. Una mujer llamada Miriam le contó a este lo que le habían trasmitido sus mayores: Que en las murallas se hallaba escondida la talla de una virgen, y aunque se la buscó, en esta ocasión fue infructuosamente.
Habría que esperar dos años más, para que el rey Alfonso VI se presentara frente a las murallas, sitiando el alcázar, pero siéndole imposible escalarlas; proeza que sin embargo realizó un habitante de la población con tan solo la ayuda de una daga. Desde entonces se le conoció como “El gato”. Toda su familia heredó el apellido y por ello a los madrileños se les conoce como gatos. Todavía en una de las calles de Madrid llamada: Callejón del gato, se hace referencia a un tal: Juan Alvarez Gato, poeta de la corte y descendiente de aquel ágil y trepador soldado.
Solucionado otro enigma.
El rey junto con su esposa Constanza oyeron la historia de la Virgen escondida; y como la búsqueda se alargaba en el tiempo, mandó pintar mientras tanto sobre los muros de la iglesia donde se había venerado, una imagen según las descripciones dadas por la paisana que reveló la noticia.
El artista desconocido dicen que se inspiró en los rasgos de la reina Constanza de Borgoña, poniendo en su mano una pequeña flor de lis como recuerdo de su pertenencia a la casa francesa. Se supone que fue una “sugerencia” impuesta por la reina.
Esta imagen se encuentra actualmente en la cripta de la catedral y es conocida como la virgen de lis.
Cuando se estaba perdiendo toda esperanza de encontrar a la virgen de la Vega, y durante una procesión multitudinaria alrededor de las murallas en la que participaba el pueblo, la corte, el ejército y la realeza; y al paso por la Cuesta de la Vega (No en vano era el sitio donde estuvo emplazada la iglesia donde había sido venerada) se derrumba un paño de dicha muralla. Era de noche y se vieron relumbrar dos luces en lo alto, y se descubre la talla de Santa María de la Vega con los dos cirios encendidos.
El color moreno de la virgen negra, decían, era precisamente por haber estado expuesta al humo durante tanto tiempo.
Me pregunto:
¿Y el oxigeno necesario para la combustión? ¿Cirios con tres siglos de duración?
Lo único que puedo responder es:
--¡Oh milagro!
Era un 9 de noviembre del año del Señor de 1085.

Magerit pasó a llamarse Madrid y la virgen de la Vega pasó a conocérsela como Santa María la real de la Almudena pues se la encontró en la muralla que en árabe suena como: Al-mudayna, denominándose con este nombre la ciudadela que se encerraba tras el recinto amurallado; Donde está situado actualmente el palacio real o de oriente. Estas fueron construidas por el Emir Muhammad I de Córdoba.

En 1707 en el paño de la pared donde apareció dicha imagen, se colocó una hornacina con una escultura que representaba a la virgen. Esta, fue destruida durante la guerra civil española. La actual data de 1941. .


La representación que se encuentra dentro de la catedral que se fecha entre los siglos XV- XVI. Es una talla en madera de pino, dorada y policromada con el niño entre sus brazos, asentada en un altar barroco; realizada en los talleres de Toledo por el maestro Diego Copín o por alguno de sus discípulos.

En la capilla dedicada a San Isidro labrador, situada en la misma catedral, aparece una imagen de la imagen original de esta virgen, cuya talla original se destruyo pasto de las llamas durante el reinado de Enrique IV.( 1425- 1474)

La venerada hoy en día fue coronada en 1948 y declarada patrona de la diócesis de Madrid en 1977 por el Papa Pablo VI.
Como curiosidad os cuento que a la talla de la virgen se la vestía desde 1626 con ricos ropajes donados por las reinas y damas principales de la corte, así como se la exhibía con joyas igualmente regaladas por las mismas y nobles damas.
Ante el deterioro de la talla a causa de las vestimentas, un obispo llamado Ciriaco Sancha lo prohibió, saliendo desposeída de vestiduras regias por primera vez en la procesión del corpus de 1890.
Como historia verídica tiene muchas lagunas y fallas pero como leyenda que crea una tradición arraigada en la villa y corte ¿No me podréis negar que es la mar de interesante?
Y de paso resolvimos tres o cuatro datos la mar de curiosos.
¡Feliz celebración a todos los madrileños!


¡Yo trabajo!


Derechos de autor: Francisco Moroz.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Tertulia


Con este relato presentado al concurso de Edupsique termino la semana dedicada a los difuntos ¡Que ya está bien con tanto muerto! Dejémosles descansar, al menos hasta el año que viene.





En el pueblo donde paso el día de todos los santos, no hay mucho que hacer: O bar, o mus. Y ni bebo ni juego.

De atardecida los campos están solitarios y hoy que hace bueno apetece pasear.
Andando llego al cementerio y por curiosidad entro a ver el ambiente que en otras temporadas del año es más bien lúgubre y tristón.
Hay  movimiento en uno de los sectores, donde las lápidas prácticamente brillan por su ausencia, socavadas estas por el paso del tiempo y el olvido de los vivos.

Allá me voy por ser cortés con los tres paisanos que andan por allí.

– ¡Ave María purísima señores!

– ¡Sin pecado concebida! caballero.

– ¡Qué! ¿Matando el tiempo?

–Bueno, más bien el tiempo nos mata a nosotros ¿No cree? –responde uno de los contertulios que frisaría los 87 años; con esa solera de los viejos filósofos que encontramos en todos los villorrios.

– Sabias palabras, le espeto.

– Bueno – me dice otro un poquito más joven. De sabios están las tumbas llenas igual que el mundo de tontos.

– ¿Ha pasado mucha gente por aquí?

–Pá ser el día que es y lo que se celebra, más bien escaso personal, tenga en cuenta que solo quedan abuelos, y según van cayendo vienen aquí a perpetuidad; con lo cual, hay aquí adentro más que allá afuera.

– Da cierta tristeza pensarlo ¿Verdad?

– ¡Bah! Una vez que eres difunto no aprecias el que traigan flores; muchos de los que las traen ahora, en vida del finado ni se acordaban de visitarle.

El tercer abuelillo hace un gesto ambiguo a los otros dos y les dice:

– ¡Ea compadres! vamos a descansar un poco, que se hace tarde y mañana hay que rendir.

Y diciendo esto se retiran a dormir parte de su sueño eterno, cada cual a su sepultura. 



Derechos de autor: Francisco Moroz



sábado, 5 de noviembre de 2016

Con la muerte nos iremos



Apagado el murmullo de la vida
y llegando tu río a la mar.
Solo cabe preguntarse qué misterio,
encerrará este naufragio al despertar.

Entre tanta agitación y tanto odio
la agonía te desgarra el corazón.
Vas dejando tras de ti en cada jornada
mil etapas sufragadas con dolor.

¿Qué nos mueve y nos motiva? ¿Quién nos guía?
¿Cuál es el fin de cada meta que has de alcanzar?
Si la muerte nos espera tras la puerta
solo le resta de improviso, abrir y entrar.

Tu color, tu riqueza, o religión le dan lo mismo,
seas quien seas le perteneces.
Ella te busca y te encuentra
A donde vayas te espera y te recibe.

Tras cada lucha contra todo y contra ti
te abraza y te estrecha, posesiva.
Ves su rostro descarnado y la interrogas:
¿Qué te importa cuánto tuve y lo que fui?

Ya naciendo moribundos somos,
cumpliendo con los años regalados.
Malgastarlos en vanas ilusiones nuestro oficio,
dejaremos muchas veces lo importante por vivir.

De locos es seguir con la amargura
si pequeños logros no podemos alcanzar.
De necios el pasar por este mundo
sin gustar los sabores de la felicidad.

Un suspiro es lo que duramos, una brisa
arena venteada en soledad.
cuanta historia perdemos en vanas cuitas,
para adornarnos de caduca banalidad.

Nuestros triunfos se olvidan, nuestros nombres.
Donamos a la tierra lo que queda,
y después del balance final ¿Qué nos llevamos?
solo el alma satisfecha del que amó.

Y en el concluso final de nuestro último acto,
el eco murmurado de una oración o unos consejos.
Las lágrimas de nuestros deudos si es que nos quedan.
¡Y por fin el descanso! Podredumbre o ceniza.

Frío y soledad
Silencio.
La parca con su guadaña nos cosecha.
La muerte con su constancia, nos venció.



Derechos de autor: Francisco Moroz



miércoles, 2 de noviembre de 2016

Ritos ancestrales

Esta semana estoy un poco lúgubre no a causa de lo que se celebra, sino a que todos los concursos a los que me presenté versaban sobre la muerte, los difuntos y todo lo que tuviera que ver con la semana de Halloween.
Por lo cual este es otro de esos relatos que tendréis que sufrir, si queréis, con santa paciencia.
Abrazos mis amigos.





Esa noche se presentaba un tanto complicada, no era una de sus preferidas simplemente por lo que se celebraba la noche de difuntos o cómo demonios la denominaran según que culturas y países. ¡Incultura y literatura a partes iguales!
Lo único que él sabía es que le trastornaba todos sus planes de tranquilidad, pues al día siguiente tenía que presentar a la revista –Ciencia y razón- una nuevo artículo, y con tanto ruido y llamadas a la puerta era imposible la concentración.

Le ponían nervioso esos monstruitos enanos que se presentaban  bajo su dintel para pedir golosinas; era una aberración de por sí el haber transformado una fiesta pagana en una gran pantomima consumista ¡¡Dioses!! Estaba más que harto de tanta memez e ignorancia.

Cerró las cortinas y encendió la lámpara de su mesa; se colocó frente al ordenador y  justo cuando se disponía a darle a la primera tecla se oyeron unos golpeteos en la entrada.

— ¡Continuamos con la pesadilla! Estos canijos empiezan a ser cargantes.

Se levantó con premura dispuesto a espantar con cajas destempladas a los draculines, fantasmas, y zombis que se encontrara; pero al abrir, únicamente encontró en el suelo un papel con trazos de escritura. Lo recogió, y después de mirar a uno y otro lado de la calle cerró con un portazo y arrugó el papel tirándolo encima de la mesa.

Empezó a escribir, pero al rato la curiosidad le venció y cogiendo la bola de papel la estiró. No era precisamente un poeta y no entendía de poesía, pero el escueto texto parecía rimar de forma ingenua: 

“Esta noche encontrarás lo que perdiste,
cuando a las 12 vengan a visitarte
y cumplas con el pacto estipulado” 

Debajo de estos tontos renglones de lenguaje  críptico cuya lectura le arrancó una media sonrisa de desprecio, había un dibujo de una vela.
Se trataba de alguna broma de sus estúpidos vecinos. ¡Seguro!

Volvió a la mesa y cuando se disponía a teclear de nuevo, vio con estupefacción lo que estaba escrito de manera inexplicable en la hoja de Word:

“Tu incredulidad te condena a vagar eternamente”

Un golpe inesperado procedente de las baldas de su librería le sobresalto. Cuando miró, uno de los libros se encontraba  en el suelo. Lo cogió entre sus manos y leyó: 

“Esta noche las puertas de nuestro corazón, de nuestra mente y de nuestra casa permanecerán abiertas para recibir a los espíritus de todos nuestros difuntos"…

¿Qué narices estaba pasando? ¿Quién  era el responsable de esa broma tan absurda?
¿Qué es lo que había perdido? ¿Quién vendría a visitarle, si él no esperaba a nadie? ¿Y qué promesa había incumplido?

— ¡A la mierda! —Se dijo, no puedo perder más tiempo con estas idioteces, soy un hombre racional del siglo XXI…

…Sonaron las doce en el reloj de la iglesia del pueblo.

En ese momento golpearon la puerta y corrió a abrir para agarrar por el cuello al imbécil de turno que le estaba atemorizando. 
Se alejó de la casa encontrando solo oscuridad y un frío glacial que se le metió en los huesos. 
Una espesa niebla invadió el entorno, mientras unas voces profundas entonaban cánticos fúnebres que le envolvieron, y unas tenues llamas de vela le rodeaban.

En ese mismo instante comprendió, que lo que había perdido era la fe en las tradiciones. 
Recordó haber jurado por su alma inmortal, que jamás creería en supercherías ni paganas, ni cristianas si no recibía pruebas fehacientes y racionales de la existencia de los espíritus errantes que andaban por los bosques y las aldeas.

Y esa noche se había terminado de torcer, pues la santa compaña reclamaba el tributo prometido.



Derechos de autor: Francisco Moroz



Gracias a Radio Mandala y a la entrañable Raquel Fraga por declamar este relato en la radio.

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martes, 1 de noviembre de 2016

Lazos rotos






–Papá ¿por qué llora mamá?

–está triste mi niña

– ¿La hicieron daño?

– ¡No! pequeña, es porque no estamos a su lado.

– ¿Y por qué se fue entonces tan lejos si quería estar con nosotros?

–No fue ella la que se marchó, fuimos nosotros los que la dejamos sola.

– ¡Pues volvamos para que sonría otra vez!

–Es imposible, el vínculo se rompió.

– ¿Qué es un vínculo?

– Esas emociones y sentimientos que nos unen a los unos con los otros mientras permanecemos juntos.

– ¿Y quién rompió ese vínculo papá?

– ¿Te acuerdas de la excursión que hicimos en verano?

– ¡Sí!

- Pues fue ese conductor que venía en dirección contraria por la carretera hija mía.




Derechos de autor: Francisco Moroz

domingo, 30 de octubre de 2016

Noche de difuntos




Esta noche Santiago se va a dormir con miedo, pues no en vano sus hermanos mayores le han estado chinchando con historias sobre muertos a lo largo del día.
Mañana se celebra en el pueblo el día de los fieles difuntos y sabe que esta noche les pertenece a ellos, y que saldrán de sus tumbas para recorrer las calles y llevarse a quien se encuentren por ellas. 
Conoce también la leyenda de la santa compaña que recorre en procesión los bosques, buscando nuevos cofrades con las que engrosar sus filas.

Se arrebuja temblando bajo la manta de su cama, no sabe bien si tiembla a causa de esos recuerdos o por la baja temperatura que reina en el caserón del tío de su padre que es el cura de la localidad.

Su catre está en una de las habitaciones abuhardilladas, donde se guardan los baúles llenos de ropa para los parroquianos menos afortunados. No hay armarios, pero si una cortina de arpillera que tapa otro pequeño habitáculo donde en unas alacenas se almacenan los cirios, las velas, y las estampillas junto con los misales y los libros de canto. Las casullas y las sotanas para las misas cuelgan de perchas de alambre; y más de un susto le han dado algunas noches. 
Tras esa cortina piensa, se pueden esconder asesinos con dagas envenenadas, o arpías y esfinges de esas que describe con tanto detalle el maestro de la escuela.

La iglesia se encuentra al lado del edificio donde él y sus hermanos viven provisionalmente con sus padres y su tío abuelo. La torre tiene un gran reloj que hace sonar las campanas cada hora entera y también a las medias. Lo teme porque sabe, que cuando suenen las doce, con el último toque, saldrán los difuntos de paseo, y el cementerio, no queda lejos del atrio ni de la casa del cura.

Quiere dormirse para no tener que escuchar los sonidos que oirá cuando los difuntos pasen por ahí abajo, esos sonidos de ultratumba que se parecen al ulular del aire entre las vigas de madera carcomida o el que hace al pasar por las juntas mal pegadas de los cristales del ventanuco; pero es imposible, todavía le está dando vueltas al suceso ocurrido en el pueblo de su padre, el que le narró hacía tan solo una horas…

…Andaban los mozos más lanzados y fortachones con sus fanfarronadas tal día como hoy, echándose puyas para ver quién era el más valiente de todos ellos. El más bravucón propuso apostar un cordero para el que demostrara serlo sobre todos los demás. La prueba consistiría en ir todos cerca del cementerio esa misma noche y esconderse detrás de unos sillares que estaban por allí tirados.

Uno por uno y siendo testigos los demás, tendrían que acercarse a la puerta de hierro del campo santo, aporrearla con los puños y hacer ruido para convocar a los difuntos y animarles a salir en pos del osado que lo hiciese.
Llegada la noche cinco muchachos se acercaron por allá, y aunque no lo querían demostrar, temblaban debajo de las pellizas de saca y sus capotes de lluvia, pues ese 31 de octubre estaba siendo frío y lluvioso. Aunque el miedo también arreciaba.

Se escondieron detrás de las piedras talladas y se echaron a suertes quien sería el primero en realizar la prueba.
El mozo con más agallas el “Bravucón” despreció esa forma de elegir el orden y se ofreció a ser él el primero, y con ello demostrar de antemano a los compañeros ser el único que no temía ni a los vivos ni a los muertos.

Tiró a andar calvero arriba, pero según se acercaba a la puerta un aire se levantó de improviso aullando en la tapia y en la verja de entrada, silbando entre lapidas y mausoleos. El gañán que tenía de valiente lo justo, se empezó a poner nervioso, pero su orgullo le impedía volverse y salir corriendo, ya que los compañeros lo verían y perdería la apuesta; con lo cual armándose de valor, aceleró el paso con el afán de pasar el mal trago lo más rápido posible.

Justo llegando al recinto, la puerta se entreabrió chirriando sobre sus goznes oxidados, mientras un relámpago seguido del retumbo del trueno estalló en el oscuro cielo. 
Todo ello provocó  tal  espanto en el zagal, que girando este sobre sí mismo, salió como alma que lleva el diablo, cuesta abajo y sin atreverse a mirar atrás.
Los amigos lo vieron venir a todo correr, medio llorando, desencajado de terror, con el rostro demudado gritándoles:

¡¡¡Me persiguen las ánimas!!!

Los cuatro que le esperaban, salieron zumbando hacia el pueblo para refugiarse en sus casas y encerrarse a cal y canto, pero el que venía hacia ellos sintió como le agarraban con fuera inusitada de sus ropas y tiraban de él sin que pudiera avanzar ni huir del opresor brazo sarmentoso que lo aferraba.

Por la mañana un pastor encontró su cadáver boca abajo, tirado en el suelo, con los dedos  ensangrentados por haber arañado la tierra. Pálido, cubierto de escarcha, con las ropas desgarradas enganchadas en unas zarzas.
El muchacho había muerto a causa de un pánico desmesurado.

Su padre terminó aquel relato con una sentencia:

–Hijo, nunca te burles de los difuntos…

…Justo cuando termina de recordar esa historia, el reloj de la iglesia empieza a desgranar las doce señales convenidas para que los que abandonaron el mundo de los vivos, vuelvan por una noche a mezclarse con ellos.

Santiago llega a escuchar la última campanada junto a unos pasos que se acercan por la calle, y una voz cascada que proclama:

Las doce en puuunto y sereno!

El repiqueteo de la lluvia sobre las tejas arrulla al niño y este se duerme, y por ello no percibe los crujidos de la escalera de madera.



Derechos de autor: Francisco Moroz


Relato presentado para el concurso:



viernes, 28 de octubre de 2016

Relación compulsiva






Cuantas soledades he tenido que soportar a causa de tus ausencias desmedidas. Claro que te comprendo, y precisamente y porque te quiero nunca quise alejarme, ni quejarme, ni echarte en cara nada. Hasta ahora, que te tengo postrado ante mí. Indefenso y dolorido.

No siempre fue así, lo sé, comenzó a partir del séptimo año en que empezamos a vivir juntos, cuando conociste a la primera, a la que cogiste cariño enseguida. No era nada del otro mundo, nada espectacular, pero para empezar a echar una cana al aire de vez en cuando no estaba nada mal ¿Verdad?

Lo que a la larga me fastidió fue, que la conociste en un centro comercial y estando en mi compañía. Tú, dándome la tabarra con las ventajas de esa nueva relación compartida. Yo callada como tonta, asintiendo, favoreciendo de alguna forma la toma de decisión ¡Dios que lerda  fui!¡Cuanta ingenuidad por mi parte!

Nunca me apartaste de tu lado es cierto, pero había algunos día que se los dedicabas a ella casi en exclusiva. 

Ella te hacía sentir joven, no sabía bien lo que te daba, pero venías luminoso, con cara de felicidad. Renovado y lleno de ilusión. A veces sentía celos al ver como la tocabas y te la comías con los ojos. 
Yo entonces me hacía la interesante contigo, como si no me importara tener una rival, incluso me atrevía a desafiarte, preguntándote con indiferencia donde habíais ido y si os había acompañado alguien más.

Nunca me negaste la respuesta, e incluso me contabas detalles sobre tus aventuras; algo que me dejaba chafadas en mis pretensiones de protagonismo.
Me llegué a acostumbrar, pues tus salidas infieles eran puntuales. Lo que nunca pude imaginar es que llegaría una segunda que te atraparía en sus redes seductoras y que con ella se esfumarían mis esperanzas de que tu tiempo fuera en exclusiva para mí. 

¡Eras mío! Y no pensaba renunciar a mi potestad sobre tu persona. Pero comprendí que si me ponía brava, perdería una guerra imposible con las armas argumentales de las que disponía. 
No me sentía engañada, pues jamás te escondiste para realizar tus actividades lúdicas con ella, y eso me ponía de los nervios y a la vez me desarmaba por ser testigo circunstancial en múltiples ocasiones, de vuestra pasión desenfrenada.

Esta nueva relación te daba más vida si cabe que la anterior. Tu decías que ella te hacía sentir sensaciones nuevas, a la vez que motivos, para permanecer en su compañía más tiempo del establecido en un principio. 
Siempre surgía algún imprevisto para no llegar a la hora de la comida, incluso, lo sé de buena tinta, se atrevía a acompañarte al trabajo en algunas ocasiones, y te esperaba a la salida para hacerlo hasta casa.

Pero la gota que desbordó el vaso de mi paciencia fue la tercera. Más provocadora y con mejor cuerpo, de lineas perfectas. No te cuento mi sufrimiento cuando la veía frente a mi, y a la vez veía el brillo de tus ojos cuando la mirabas.
Sabía comportase en cualquier circunstancia y respondía a tus requerimientos con plena satisfacción. Eso me decías; yo sufría en silencio mi impotencia. Era ella o yo, y sin embargo, no me atrevía a verbalizar mis pensamientos por temor a perderte.

¡Pero claro! 
A todo cerdo le llega su San Martín, y a ti te llegó el descalabro que tarde o temprano tenía que ocurrirte, el que te abriera los ojos de una vez y te desengañase de tanto trajín con ellas.
Y es que esta última te dejó tirado, con el orgullo y la autoestima por los suelos; tú, que presumías de manejarla a tu antojo, de dominarla para conseguir de ella lo que querias.

¡Pues bien! Te restregó tu seguridad por la cara, de lo cual me alegro en parte, por que de esta forma yo he conseguido recuperar la esperanza de pasar más tiempo contigo, convenciéndote que la forma de vida que habías emprendido no podía desembocar en nada bueno; que una aventurilla de vez en cuando a nadie le viene mal para desfogar las tensiones de la semana, incluso quemar alguna de las calorías sobrantes. Actividad que te rejuvenece la piel e incluso le da brillo, te aporta elasticidad y soltura a la hora de desenvolverte en tus quehaceres cotidianos y te cansa como para poder dormir como un niño.

Pero ahora querido, necesitas descansar y reponerte sin prisas de las heridas sufridas en tu cuerpo y en tu ego. Recapacita ahora, sobre lo saludables que son tus salidas y tu relación compulsiva y obsesiva con ellas: con tus queridas.
Espero que hayas escarmentado y que comprendas que lo que tienes en casa es más seguro y fiable. Pues a mi me tienes no solo para tus correrías.

Y es que lo tuyo se estaba volviendo un vicio y una obsesión en vez de en una afición, y es que ¡Tanta bici, tanta bici! no podía ser muy bueno.  






Derechos de autor: Francisco Moroz



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