lunes, 8 de mayo de 2017

Puntualidad





Ya voy – Le dijo el hombre a su amante antes de apagar el móvil y arrancar el coche.

–Ya voy – Le confirmó el repartidor de pizzas a su jefe cuando le señaló el lugar donde debería realizar la entrega.

–Ya voy – comunicó el taxista a la central cuando le proporcionaron la dirección donde recoger al cliente que solicitaba su servicio.

– Ya voy – Le notificó la muchacha a su novio antes de cruzar el paso de peatones.

– Ya voy – dijo la muerte. Y de todos, fue la única que cumplió su palabra al personarse en el lugar del accidente en el momento justo de producirse.




Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 5 de mayo de 2017

Madre (Tu día son todos)






Echo de menos tus caricias madre,
tus abrazos.
El bienestar de tu regazo,
el arrullo de tu voz.
En la necesidad
tu presencia,
el consejo sabio en la incertidumbre
del que no es fuerte y lo sabe.

En la cocina tu esencia añoro,
y el sabor de tus milagros cotidianos.
También los besos que empezaban
y terminaban mi día.
Besos que cicatrizaban heridas,
que me daban calidez
en noches desamparadas.

Te pienso a veces
en mi infantil madurez
de temores y de miedos.
Y en una lágrima furtiva
se me escapa la ternura
que deshace mi armadura.
Y el alma que tu fraguaste
se postra siempre a tus pies.

Y es que madre aún te anhelo
como a la infancia perdida,
como a tantos sueños rotos
dejados por el camino.
Que aunque uno se hace viejo
nunca renuncia a lo eterno
y entre ello a tu recuerdo
que guardo como tesoro.

 La inocencia ya se escondió
detrás de arrugas y canas.
Pero creedme si os digo:
que después de tantos años
no se han deshecho los lazos
ni emborronado los trazos
que en común forjamos ambos
 sin mediar contrato escrito.

Alguien dijo:
Que el amor gratuito
lo inventaron las madres.
Y tú madre mía,
me trajiste al mundo
con amor del grande
de mujer sensata y buena.
 Con amor que suma y sigue.

A los nueve meses de espera
añadiste.
La dedicación, la entrega,
tu ilusión, tu fe, tu lucha.
Los disgustos que te di,
y tanta y tanta renuncia.

los sacrificios constantes
por hacerme sentir bien.
Tus desvelos y altruismo,
las regañinas severas
que escondías con pericia
 tras despistes y sonrisas.

Quisiera al fin compensarte
y no encontré mejor modo
que hacerlo llevando adentro
tu presencia generosa.
Donde late un corazón
al ritmo de una canción
con letra escrita por ti
pero cantada por dos.

Y es que madre solo hay una
y a todos sin excepción
 nos tocó la más querida.
Entre todas la mejor.
La más guapa y la más justa



Derechos de autor: Francisco Moroz

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