Sigo
pensando que la navidad es un cuento inventado por colectivos de comerciantes
interesados en que consumamos más y mejor. Para que salgamos de tiendas y
comprar lo que no necesitamos, por mero capricho, aunque después lleguen las
letras como los fascículos: por entregas.
A pesar de que el resto del año
estemos viviendo con lo básico y endeudados hasta las orejas.
¡Pero claro! hay que guardar las apariencias regalando
a la familia, incluso al cuñado que nunca nos cayó bien, a la suegra y al
sobrino pedigüeño.
Nos convencen
que es tiempo de amor fraterno, de reconocimiento entre las personas de nuestro
entorno, incluso con el jefe tirano, los compañeros zancadilleros, el vecino
mal educado que no saluda nunca y el político de turno.
Tiempo
de milongas y mentiras que no se cree nadie. De buenos deseos hacia el
semejante que se nos olvidan en cuanto montamos en el coche y empezamos a
mentar a la madre de aquel que se nos cruza sin dar la intermitente.
¡Paz,
Amor, Bondad, Serenidad, Alegría! y sonrisas que se te borran cuando ves los
noticiarios y la prensa cuajados de desastres naturales y provocados. Con tanta
violencia gratuita ejercida directamente y de soslayo.
¡Todo
un cuento inventado! con Papá Noel incluido.
Pero
eso ya os lo dije al principio de esta carta, mis queridos Reyes Magos.
Por
eso, en este año en el que me he portado lo mejor que he podido, me podéis traer
lo que creáis adecuado a mis necesidades, que pasan por tener: Un techo, un
trabajo y personas que de vez en cuando me echen un eurillo en el plato.
Sé
que vosotros no defraudáis y sois los únicos que mantenéis encendida la llama
de la generosidad del ser humano.
Firmado:
Alguien
que os aprecia desde niño.
Derechos de autor: Francisco Moroz